Bienal con un toque pinamarense

El arquitecto fue convocado para disertar sobre su mirada particular en torno a la profesión, en un enriquecedor intercambio con otros profesionales y otras realidades.

Antonio Carrasco es un joven pinamarense que se graduó como arquitecto hace diez años y que trascendió el marco de lo local por ser reconocido a nivel nacional e internacional.

Una nueva distinción lo ha llevado a suelo español, desde donde hace unos pocos días ha regresado enriquecido por el intercambio con sus pares y seguramente luego de haber hecho su aporte enriquecedor en una profesión tan rayana con el arte y el buen gusto.

“Me fui a España después de una presentación que hubo el año pasado, una convocatoria a la Bienal de Arquitectura Latinoamericana; ahí se presentaron los estudios de arquitectos de menos de 40 años, lo más selecto de Latinoamérica, y tuve la suerte de quedar seleccionado, junto a cuatro arquitectos argentinos más y dentro de quince arquitectos o estudios de Latinoamérica. La bienal fue en abril de 2017. Fuimos a Pamplona, y lo mejor de este tipo de eventos, mas allá de la premiación, es la experiencia de juntarse con distintos arquitectos latinoamericanos, que, por el corte de edad, ubica a todos los arquitectos en el mismo rango etario, con las mismas experiencias, pero distintas por el lugar de pertenencia y las diferentes realidades de los países. Eso es muy enriquecedor porque estás con colegas con tus mismas inquietudes, pero en ámbitos distintos y con distinta suerte. Esa mezcla enriquece para todos lados, eso es lo más importante”, pondera.

La participación en la bienal determinó el regreso de Carrasco a la ciudad de donde egresó luego de cursar un máster hace siete años, lo que implicó un reencuentro con personas y, entendemos, dada su profesión, con lugares y construcciones.

Un hecho significativo habla a las claras de que el arquitecto lleva su búsqueda por el buen camino: “En la bienal pasada seleccionaron a un ex socio mío, y en esta a otro socio mío y a mí. Es muy importante que a tres socios de un estudio nos hayan seleccionado como representantes de Argentina. El estudio duró dos años y juntos ganamos varios proyectos, y luego, al separarnos, hemos tenido muchos logros que nos llevaron al mismo lugar”. Según puede apreciarse, el camino continúa: “Ahora estoy por presentarme en un concurso internacional convocado por Villa General Belgrano para embellecer el centro. Vemos cómo una ciudad muy pequeña llama a un concurso internacional para mejorar su centro cívico”.

Se trata de un ejemplo a seguir, el de la localidad cordobesa, que transita el camino de las grandes ciudades, ya que, por más que salga más caro, a la larga es más favorecedor.

“La bienal es una competencia, que hizo una convocatoria a la que se presentaron entre 30 y 40 estudios de Argentina, por ejemplo, y solo quedaron cuatro. Una vez pasada esa etapa, ya se trata de experiencia y enriquecimiento.

En arquitectura, España es un lugar muy reconocido. En Navarra, el arquitecto Francisco Mangado, que fue profesor mío e hizo varios edificios de los más importantes de España, la noche anterior me dijo: ‘Mañana voy a verte a vos, solamente a vos’. Eso es un gran elogio. Otra historia, en Madrid: en la primera fila se ponen siempre los más reconocidos y había uno que me digo: ‘A este tipo lo conozco’. Luego me vino a saludar y lo reconocí: era Jesús Aparicio, un doctor arquitecto a quien admiro mucho, y estaba ahí”, se entusiasma en su descripción.

Cada vez que puede, muestra Pinamar, en la misma expo mostró cinco obras con la particularidad de que están en tres localidades vecinas, como Villa Gesel, Pinamar y el Partido de la Costa. Allí destaca las playas, los pinares, el escenario donde Carrasco proyecta, donde interviene sin agresión y jerarquizando la simpleza de lo práctico.

“Él muestra que estas obras no pueden estar en ningún otro lugar. Hay un interés de Europa hacia la producción latinoamericana. Hay una tendencia de la arquitectura de bajo costo latinoamericana desde Europa. Lo que yo fui a presentar allá es otra cosa, es arquitectura de bajo costo pero de extrema calidad; eso fue mi misión. Tenemos bajo costo en los materiales, pero la calidad del proyecto es lo que lo equilibra. Hablaban de estos proyectos muy pequeños pero muy minuciosos. Yo trabajo con menos elementos pero con más cabeza. A ese nivel, toda la arquitectura es buena pero son distintas realidades”, agrega.

Lo llaman de Clarín: del medio no saben cómo no pasó por Buenos Aires en su evolución, cómo pasó de Pinamar a la bienal.

Sobre el cierre de la entrevista, hace hincapié en un dato no menor: “Lo que más valoraron fue por una vuelta a la arquitectura argentina que se había dejado de lado, construir bien”.

NOTA RELACIONADA: “TENGO LA OPORTUNIDAD DE EXPONER NUESTRA OBRA”