Llegará un momento en que no tendremos anécdotas

Lentamente los nuevos dispositivos se van adueñando de nuestro tiempo libre, de nuestros momentos compartidos con nuestros pares. ¿Habrá un tiempo sin recuerdos y sin historias?

UADE organizó una nueva jornada pensada para periodistas. En la primera parte se abordó la innovación aplicada al desarrollo profesional, comenzando con la clase “Innovación y Tecnologías de la Información”, a cargo del ingeniero Agustín Baretto, director de la Carrera de Ingeniería en Informática de UADE, investigador científico y experto en nuevas tecnologías. Gentilmente el docente accedió a nuestro requerimiento.

–¿Qué te pareció esta experiencia de encontrarte con una audiencia conformada por gente de diversas edades y en un lugar sobre el cual, entiendo, debe haber mucha fantasía para quienes viven alejados del mar, de la playa?

–No veo una diferencia por la edad o por el lugar. Creo que lo que más nos cuesta es cambiar el chip de una carrera a otra, de un background a otro. Yo creo que cualquiera sea la edad o el lugar, yo puedo charlar con un ingeniero informático de acá o de cualquier lugar; no se va a sentir tanto la diferencia pero sí cuando hablamos con una persona de otra carrera porque por lo general cuando estudiamos o trabajamos en cosas distintas es como si eso también moldeara nuestra forma de pensar. Creo que justamente el desafío en los próximos años va a pasar por ese lado. Va a pasar por el hecho de ser más transdisciplinario. En muchos casos nos cuesta, porque nos cuesta aceptar que el otro tiene una visión distinta de las cosas y nos cuesta, a veces también, aceptar que hay cosas que desconocemos. Muchas veces el ingeniero suele ver todo desde el enfoque técnico y pensar que todo lo que no tiene una complejidad técnica es algo menor, y justamente lo que estamos tratando en UADE con relación a la formación de los chicos es que, si bien un chico puede tener mucho conocimiento técnico, siempre hace falta el conocimiento de dominio, el conocimiento del problema. Justamente lo que está pasando hoy es que tenemos un montón de tecnología, la que tenemos hoy en los celulares, donde los procesadores son mucho más de lo que nuestras necesidades utilizan. La única razón por la que no tienen más aplicaciones, es porque no hay más problemas resueltos con tecnología porque a nadie se le ocurrió que ese determinado problema puntual puede resolverse por esa vía. De manera que lo que necesitamos, por un lado, son ingenieros que se metan más en otros campos, no solo en la ingeniería. Ingenieros que empiecen a interesarse por el periodismo, por la economía, por las finanzas, por el agro… por otros temas donde tal vez puedan aplicar soluciones y que la gente que no es técnica también empiece a curiosear un poco lo que no es técnico, por más que no tenga un perfil técnico empiece a googlear, a buscar datos y de esa manera buscar soluciones que tal vez hoy no existen en el mercado.

–Por una cuestión generacional, al ingresar al Facebook percibo que el adulto aplica las normas propias de un encuentro. Esto es saludar y despedirse, mientras que los jóvenes no recurren a esto. ¿Cómo lo ves?

–Quien no nació con la tecnología, a veces dice: “Voy a entrar a internet” o “voy a entrar al Facebook”; en cambio, el joven vive conectado, entonces no existe un “hola” y un “chau”. No es que sus amigos se acerquen y les comience a hablar. No es como antes, que uno golpeaba una puerta o levantaba un teléfono, sino que el adolescente sabe que están siempre ahí. Por eso es que creo que no hay un “hola” y un “chau”. Lo mismo ocurre con el tema del que uno puede cuando quiere ver la serie que desea. Tal vez la gente que no nació con estos servicios está acostumbrada a prender la tele y encontrarse con lo que están dando, qué hay en la tele, qué hay en la radio, qué noticia, mientras que por ahí el joven está más acostumbrado a ver lo que él quiere en el momento que lo desea.

–Noté también que quienes en teoría tienen menos tiempo por delante son los más cuidadosos de ese tiempo libre. Pienso que, de subsistir esta tendencia a estar eternamente conectados, llegará un punto en que no se generarán más anécdotas o recuerdos. ¿Puede ser que esto ocurra? ¿De qué se va a escribir el día de mañana?

–Es muy cierto esto que decís. Hay un estudio que dice que cada vez estamos depositando más de nuestro pensamiento en los dispositivos. Uno ya no se acuerda del teléfono de los amigos porque sabemos que están en nuestra agenda. Lo mismo está ocurriendo con la fotografía, en un recital la gente lo filma, ante un accidente le sacan una foto. Los turistas, cuando vienen, en lugar de disfrutar del mar le sacan una foto o lo filman. Lo que ocurre es que el cerebro tampoco se encarga de guardar, de usar esa memoria, porque total está en la cámara y después lo miro y luego ni mira. Pero el cerebro inconscientemente se dice: “No me preocupo por guardarla porque total está en la cámara”. Entonces, muchas veces lo que pasa es eso: que al no tener anécdotas, no tener recuerdos, se acude mucho a la ficción para generar esos recuerdos. Esto de Instagram, esto de agregar filtros para que parezcan más geniales de lo que realmente fueron. No son fotos naturales sino que están cuidadosamente retocadas buscando mostrar una experiencia que en realidad no ocurrió. Esto de sacarse la foto y que todos sonrían y por ahí no la pasaron genial. Al no generar anécdotas porque están conectados todo el tiempo, cuando quieren mostrar los pocos momentos compartidos, los retocan. Aumentarlos para que esa rica pizza parezca mucho más rica o que esa salida sea mucho más genial de lo que fue en realidad.

–¿Es la cultura de lo efímero?

–…totalmente.