Prevenirnos contra el abuso infantil

Además de una fecha de reflexión sobre la temática, el EDIA realiza una profunda acción para combatir un flagelo que se hace cada vez más visible.

Los abusos y explotación a los niños, niñas adolescentes son un problema alarmante que va más allá de las nacionalidades, razas o culturas, no reconoce condiciones sociales. Por ese motivo es indispensable posicionarnos ante este tema y y tomar las medidas que sean necesarias a nivel familiar, local, nacional o internacional.

Desde el año 2000 se ha designado el 19 de noviembre como el Día Mundial para la Prevención del Abuso contra los Niños, un día en el que se pusiera en evidencia el problema de los abusos a la infancia, se instara a iniciar acciones urgentes, pertinentes y eficaces por parte de los Estados y paralelamente se conmemorara este día en sinergia con el Día de los Derechos del Niño, que se celebra el 20 de noviembre.

En nuestro distrito funciona el Equipo Distrital de Infancia y Adolescencia (EDIA), integrado por la licenciada en psicología Alejandra Carrión, la licenciada en servicio social Laura Dadamia y la licenciada en psicopedagogía Belén Brethauer, las tres en calidad de orientadoras.

Se trata de un dispositivo propio de la Dirección General de Cultura y Educación, que no trabaja dentro de las escuelas sino que tiene una mirada psico-socio-educativa que utiliza por fuera de la escuela en el ámbito comunitario y desde esa mirada con la alta complejidad.

“Lo hacemos sobre tres ejes: el eje individual-familiar, el eje comunitario y el eje institucional, que es el que tiene que ver, porque principalmente y nuestra función es trabajar desde la educación. El 19 es una jornada de reflexión, para posibilitar todo el trabajo preventivo en la lucha contra el abuso sexual infantil”, explica Carrión.

Por su parte, Laura Dadamia acota: “Desde nuestro eje comunitario, lo que estamos haciendo es una campaña de sensibilización para que se conozca la problemática y poder empezar a deconstruir lo que la gente considera que es el abuso sexual. Nosotros lo consideramos como intento de búsqueda de placer de un adulto con un menor y no necesariamente tiene que ser un placer físico. Hay muchas conductas de seducción que no tienen que ver con la genitalidad y también son consideradas abuso; sería la forma más grave de maltrato el abuso sexual, sobre todo en personas donde hay una desigualdad de condiciones, hay una desigualdad de poder entre el adulto y el niño, niña o adolescente. Deja huellas muy fuertes en la estructuración de su personalidad y de su proyecto de vida también, deja marcas; muchas veces desde la institución escolar podemos detectarla porque la Dirección General de Cultura y Educación cuenta con la modalidad psicología comunitaria y pedagogía social a través de sus equipos de orientación escolar, que estamos todos entrenados para detectar los indicadores. Uno siempre habla de presunción, uno no puede aseverar que hay un abuso pero hay señales que nos van alertando y que podemos, a través del diálogo y la reflexión, lograr que la víctima pueda romper ese silencio, que es otra de las características propias del abuso: el silencio, ese acuerdo entre el abusador y el abusado de la amenaza de no decir nada por miedo a consecuencias, y lo ideal es poder socializar esto hacia toda la comunidad”.

La idea es hacer extensivo el trabajo sobre la culpa, un sentimiento inculcado por el abusador en el niño. El EDIA comienza a trabajar en este tipo de circunstancias o tiene intervención en situaciones complejas. “A partir de ahí la intervención la pide la inspectora y podemos ir a hablar en la escuela, o ir al servicio social. La forma de trabajar nuestra es en red, entonces hay distintos organismos con los cuales trabajamos. –dice Carrión–. Primeramente es el pedido de intervención de la inspectora, después vamos a la escuela, hablamos con el equipo de conducción; si está la víctima, se habla con ella, se hacen las entrevistas que corresponden y después seguimos todos los pasos que nosotros tenemos que responder a una guía de orientación en situaciones de conflicto para trabajar dentro del ámbito escolar y vamos así tratando de atar los cabos como para poder seguir dándoles solución y orientación a todas las situaciones”.

“A nivel local el tema es difícil de mensurar porque el secreto impide que salgan a la luz todas las situaciones concretas que hay de abuso; los indicadores estadísticos que tenemos reflejan solo los casos denunciados que el porcentaje no da muy alto pero nosotros vemos que cada año hay mayor visibilización”, entiende Dadamia.

“Nosotros trabajamos con la Ley de Educación Sexual Integral, que es un dispositivo fantástico. Hacemos estrategias a través de talleres. La ley dice que es obligatorio desde nivel inicial empezar a trabajar la problemática, no solo con los niños sino también con las maestras y las familias y en esas actividades a veces los chicos se van animando a hablar, y ese es el punto de inflexión, que la víctima se anime a expresar lo que le está pasando y no le dé vergüenza porque el trabajo con la vergüenza también nos lleva mucho tiempo. La víctima se siente muy avergonzada por lo que está viviendo y siempre el responsable es el adulto abusador, nunca el niño o el adolescente; ese es otro de los ejes puntuales que también tiene nuestro trabajo”, redondea la licenciada Carrión.