Del bellísimo lenguaje escrito y hablado al reduccionismo de la artificial inteligencia (AI)

Por Gustavo Nuñez. Escritor, Miembro de SADE, ARGENTORES Y SADAIC
Instagram: GAT.ONUNEZ

Ya no son fantasmas que se propagan en sangre como virus mutante. La llamada generación Z (los nacidos entre 1997 y 2012) con su “Lenguaje Híbrido” son una realidad tangible que se ha viralizado a la velocidad de la luz con la convicción de una sentencia firme de que esta herramienta de comunicación avizora la llegada de su ¿paradigmática? “revolución cultural”. Una generación que no está dispuesta a negociar con nadie y, con impetuosa capacidad para interpelar “al sistema”, a tal punto, que instituciones tradicionales como la de Oxford, terminan “con obediencia debida” - admitiendo que la literatura y hasta los diccionarios, tutores del idioma, deberían convivir con sus innovadoras reglas gramaticales. Según Diego Luque fundador de la agencia Camping, esto replantea y configura una nueva tendencia cultural creando formas de expresión, dónde textos, imágenes, emojis y sonidos han reemplazado el diálogo cara a cara por una “tecnología conversacional” dónde las palabras y conceptos visualizados en las rede sociales, están siendo impuestos por esta generación Z. – Una generación parida durante las “décadas ganadas” que, frente a esta aseveración argumental y o verdades relativas, solo tienen como respuesta intelectualmente inmediata la de: “Piensan como un viejos de mierda”.

Si esta afirmación del creativo Diego Luque tiene una mirada alentadora, lamento decir que disiento con él. Reivindicar el reduccionismo del lenguaje que solo ellos dominan completamente, es alentar el retroceso cultural más impactante de la historia contemporánea. Este “capital social” que seduce tanto a Marcas, como Influencers y hasta a la mismísima clase política, es la patética imagen del empobrecimiento creativo dónde se ha reemplazado la palabra “convencer” por la de “cooptar”. Intento épico asociado al facilismo sin la necesidad creativa del lenguaje de los argumentos.

Varios, se han subido a esta movida atraídos por esta precaria diagonal pereciendo muchos de ellos en la intentona, al advertir que no todos los destinatarios estaban dispuestos a consumir este híbrido lenguaje, exceptuando nobleza obliga, a un puñado de asesores en las sombras que a veces han logrado su cometido. (Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia).

Como escritor, debo confesar que la fuente que disparó la necesidad de narrar esta columna no fue esta vez la aparición del siempre bienvenido Dionisio, sino la interesante nota de Sebastián Campanario para el Diario La Nación, y al releer y parafrasear algunos de sus conceptos, fue una manera de rendirle un homenaje a su más que interesante opinión que, sin ser “la noticia de último momento” ha logrado que algunos estén alertas, otros distraídos y algunos resignados. Mientras tanto, la generación Z seguirá despreocupada seduciendo con su riguroso y sistemático cortoplacismo del lenguaje”

Pareciera, a primera vista, que este razonamiento a cielo abierto tiene la intencionalidad de menoscabar la capacidad de esta generación, sin embargo, hay en mí, una intencionalidad manifiesta de escucharlos y hasta compartir su rebelión cultural, alguna de ellas con valor y talento agregado y, otras con estupidez supina, entendiendo este concepto, como la ignorancia ante la falta de conocimientos debido a la negligencia de un Estado ausente que no los estimula. Mientras tanto sus padres que deberían advertir esta concepción oblicuamente curiosa de sus hijos, con también, daños colaterales, están sobreviviendo a una vida dónde en su devenir solo se desatan urgencias inmediatas impuestas por una existencia inmersa en la desidia. Un abrazo narrativo para todos aquellos que, con fundamento, podamos seguir resistiendo.