Quisiera compartir con ustedes fragmentos de Osho, un filósofo, místico, orador, líder espiritual y reconocido autor indio, donde diferencia el acto de escuchar y oír, con una parábola que describo a continuación.
La profesora de una pequeña escuela se dio cuenta de que un alumno no estaba escuchando. Ese día estaba muy perezoso, nervioso, inquieto. Así que le preguntó qué le sucedía, si tenía algún problema o alguna dificultad. Y si era capaz de oírla…
El chico respondió: “Oír es fácil… Escuchar es el problema…”.
Él hizo una distinción realmente sutil al afirmar que oír es fácil para la mayoría: “la estoy oyendo continuo; pero escuchar es el problema”. Escuchar es más que oír; escuchar implica oír con una conciencia total. Oír solamente es percibir los sonidos que están rodeándote por todas partes; los oyes, los percibes, pero no los escuchas porque no le prestas la atención necesaria. Tienes que oírlos, porque los sonidos siguen golpeando en tus tímpanos. Pero no estás ahí para escuchar, porque el escuchar implica una presencia profunda, una sintonía, no un comentario interior permanente, no un decir sí o no, no un estar de acuerdo o en desacuerdo, porque si lo estás o dejas de estarlo, ¿cómo vas a poder escuchar ese momento?
Escuchar requiere una atención inocente; simplemente escuchar. No hace falta estar de acuerdo o en desacuerdo. Acotar, comparar, esperar un silencio para hablar de vos mismo y contar tu experiencia, no es eso, sino es solo escuchar.
¿Qué haces cuando un loro empieza a chillar en un árbol? ¿Haces comentarios? Sí y a veces también dices, demanera molesta, ni siquiera puedes escuchar a un loro. Cuando el viento sopla a través de los árboles y se produce un susurro, ¿lo escuchas? Puede que algunas veces, estés distraído. Pero puede, también, que comentes: “¡Sí, qué hermoso!”.
Escucha, simplemente. No hace falta decir sí o no. No hace falta estar convencido o no convencido. Escucha simplemente y la verdad te será revelada; ¡o también la falsedad! Si alguien habla tonterías, si escuchas simplemente, la tontería se te revelará, sin comentario alguno de la mente. Si alguien está en la verdad al hablar, ello se te revelará. La verdad o la falta de ella no son un acuerdo o un desacuerdo de tu mente, es una sensación. Cuando estás en sintonía total, tú sientes, tú simplemente sientes que es cierto o no lo es; lo verdadero se te revela y el asunto se termina. No quedan preocupaciones, no quedan pensamientos.
Si fuiste formado en un cierto sentido por ejemplo, si eres un cristiano, un hinduista o un mahometano y digo algo que esté de acuerdo con tu formación, entonces vas a decir sí. Si no sucede así, dirás no. ¿Estás aquí o solamente está aquí tu formación? Y la formación es simplemente accidental.
La mente no puede encontrar lo que es verdad. La mente puede razonar sobre ello, pero todo razonamiento está basado en el condicionamiento.
Lo cierto es que podemos oír, no hay ningún problema en este acto; pero no todos sabemos escuchar. Oír es algo totalmente diferente de escuchar. Escuchar significa oír sin la mente; sin interferencia alguna de tus pensamientos; escuchar significa oír como si estuvieras completamente vacío.
Si tenemos incluso una pequeña vibración de pensamiento interiormente, ondas de pensamientos sutiles que nos rodean, no seremos capaces de escuchar y para escuchar la música, la música ancestral, la música eterna, uno necesita estar completamente quieto; es como si uno no estuviera. Cuando eres, puedes oír; cuando no eres, puedes escuchar y es un acto volitivo, es decir interviene nuestra voluntad. Podemos aprender a hacerlo, hay que tener la disposición al cambio y desarrollar más presencia, más atención donde y con quien nos encontremos.