Pinamar tiene en la conjunción de sus playas y bosques el encanto que muchos buscan. Pero ¿qué hay de esos seres ilustres que habitaron nuestra ciudad? Clorindo Testa el premiado arquitecto ganador de muchos concursos que le valieron la construcción de La Biblioteca Nacional, El Banco de Londres, hoy Hipotecario, el Hospital Naval Central, El Centro Cultural Recoleta, El Colegio de Escribanos todos ellos en CABA, o el Centro Cívico en Santa Rosa de la Pampa y la Biblioteca del Poder Legislativo de la misma ciudad son algunas de las muchas obras del famoso pintor y arquitecto que pasó largos veranos con su mujer e hija en una casa que construyó en Pinamar Norte hace cuarenta años y que todavía hoy llama la atención por su diseño.

La casa es la famosísima Capotesta de 1984, con su terraza magnífica de la que el arquitecto supo decir: «Yo me acuerdo que en Pinamar pasaba la regata Buenos Aires – Mar del Plata todos los días y desde mi terraza lo veía todo. Lo mismo me sucedía con los fuegos artificiales, de otra manera nunca lo hubiese visto»

Dejó su huella a su vez en la playa de Ostende, solo caminar por sus costas para poder apreciar a La Tumbona, una casa de paredes coloradas y que tiene la particularidad que durante la pleamar el agua le pasa por abajo.

El osado arquitecto contaba: «No es que los dueños estén muy tranquilos cuando sube el agua, pero la verdad es que siempre funcionó bien». Cuando el agua crece es como estar a bordo de un barco. El humor era parte de su personalidad, pude constatarlo en algunas entrevistas que le hiciéramos como estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, en su Estudio de Arquitectura de Santa Fe y Callao, como las veces que vino a darnos charlas a la “facu” invitado por el Arquitecto Miguel Ángel Roca y nos decía que en realidad no le gustaba dar charlas, él era más de hacer que de hablar.

Su relación con Pinamar comienza en los principios de los ’80, cuando fue convocado para desarrollar el plan urbanístico iniciado por Bunge que junto a los arquitectos Héctor Lacarra y María Elvira Jorcino de Aguilar fue la continuación del plan regulador que había desarrollado el ingeniero Bunge el cual se basaba en manzanas ortogonales. Testa asevera: «A partir de eso decidimos que las cosas tenían que ser más libres, estábamos en medio del campo, podíamos crear calles circulares, cuadriculadas lo que fuera». Esa libertad de diseño es lo que desató que la ciudad costera se convirtiera en un sin fin de calles curvas que conservan la vista y los ángulos al mar. Y agrega: «Yo vi cómo la ciudad creció positivamente alrededor de ese plan».

Altera, galería de Arte es otra joya que Clorindo nos dejó en la ciudad sobre la calle Pejerrey casi Shaw, la obra data de 1997 y el arquitecto la eligió para participar en la Bienal de Venecia del año 2000.

Por suerte nuestra ciudad de Pinamar pudo homenajearlo en vida y allá en noviembre de 2012 se lo declaró ciudadano ilustre.

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