Cuando somos las palabras de nuestros hijos, ellos no tienen la necesidad de usar el lenguaje para comunicarse.
Cuando preguntamos y respondemos sin dejar lugar a que los niños creen posibles respuestas, tampoco se necesita hablar.
Cuando ellos señalan, jalan, lloriquean... y automáticamente les damos lo que quieren, satisfacemos rápidamente su necesidad y para qué hablar entonces.
Nombrar las cosas, las situaciones, las personas se conoce como Baño de Lenguaje. Cuando un niño no recibe esta estimulación el normal desarrollo de su lenguaje puede verse enlentecido.
Somos el resultado del mundo emocional que nos rodea; si en el mundo de los adultos hay situaciones conflictivas, por lo general los niños son las esponjas receptivas de esas emociones tóxicas. Muchas veces el cuerpo de los niños grita lo que la boca de los adultos calla.
La licenciada en fonoaudiología es la profesional que tiene las herramientas para asegurar que los niños adquieran un desarrollo integral de su lenguaje. Si, además, esta profesional es coach podrá acompañar a los padres a mirarse y aprender a gestionar herramientas para una comunicación asertiva y altamente efectiva.
Lo que decimos es lo que pensamos; si desde niños aprendemos a hablar con consciencia, tenemos altas expectativas evolutivas para una sociedad más sana y equilibrada.