Emprender es una actividad riesgosa: enfrentar las vicisitudes del mercado, lograr comprender la demanda, reorganizar factores de producción, comercializar, distribuir, cobrar, pagar y una interminable lista de actividades. Estos no son todos los desafíos que enfrenta un emprendedor en nuestro país, para complejizar un poco las cosas, se le suma el flagelo de la inflación.
Cómo advirtió el presidente, se avecinan meses con una inflación muy alta antes de que la macroeconomía se vuelva a acomodar. Estos meses pueden ser críticos para la continuidad de cualquier organización.
La inflación entorpece muchos procesos de gestión diversas áreas: costos, precios, presupuestos, márgenes, sueldos, utilidades, inversiones, flujos de caja, etc. Sin embargo, eso no quiere decir que sea imposible iniciar un emprendimiento y tener éxito en el intento. A continuación, compartiré algunas recomendaciones prácticas para sortear la (hiper)inflación y salir a flote de la mejor forma posible.
1. Evitar tener efectivo ocioso.
Conforme pasan los días los pesos valen cada vez menos, por lo tanto, es recomendable refugiarse en activos que cumplan con la función de reserva de valor. Estos activos pueden ser: materias primas no perecederas, bienes de capital, alguna divisa que no se devalúe constantemente. En caso de ser posible, al igual que nuestros abuelos, ahorrar en ladrillos.
2. Cobrar a plazos cortos y pagar a plazos lo más largos posible.
Es recomendable a intentar cobrar en efectivo o por adelantado. En el caso de los proveedores, negociar los plazos de pago lo más diferido en el tiempo como sea posible. Esto me permitirá mejorar mis flujos de caja y me habilitará a poder estoquearme de mayor mercadería. Es importante destacar que, en los procesos inflacionarios salen beneficiados los deudores y perjudicados los acreedores.
3. Aprovechar las cuotas, ¡sobre todo si son sin interés!
Siempre que pueda abonar a 3, 6, 12 o (milagrosamente) a 24 cuotas, sin interés o cuyo interés sea menor que la inflación esperada, estaré ganando dinero en términos reales. Mucho cuidado que si esto implica endeudarme con alguna entidad financiera cuya tasa de interés sea muy alta, entonces puede no ser beneficioso.
4. Endeudarse a tasas reales negativas.
En caso de ser posible, tomar préstamos con alguna entidad cuya tasa de interés esté por debajo de la inflación. Por ejemplo, durante muchos meses ANSES estuvo otorgando préstamos con estas características. Básicamente es como si me estuviera pagando para prestarme dinero. Sólo ocurre cuando hay desajustes muy grandes o las tasas están subsidiadas.
5. Establecer un protocolo de ajustes de precios.
A nadie le gusta aumentar los precios, sobre todo los emprendedores que tienen un gran cariño hacia su producto y sus clientes. Sin embargo, es vital para poder sobrevivir, definir cómo y con qué frecuencia ajustar los precios. Recomiendo llevar las cuentas lo más automatizadas posibles, para reducir el tiempo de modificación de precios. Por ejemplo, se pueden realizar planillas de Excel dónde simplemente modifique el costo de una materia prima y se me actualicen los costos unitarios y precios de venta de forma automática.
Es fundamental que en este protocolo se establezca el procedimiento para actualizar todos los lugares dónde se comunican precios: carta impresa, cartelería, redes sociales, página web, menú digital, intermediarios, etc. El no hacerlo puede provocar malentendidos con clientes.
6. Costear a costo de reposición y no costo de adquisición.
Por más que parezca un trabalenguas, es en realidad más simple de lo que parece. No obstante, este es uno de los errores más frecuentes que comenten los emprendedores. Cuando estoy costeando mi mercadería debo hacerlo al precio que me costará volver a comprar la mercadería a mi proveedor y no al que históricamente la compre. En caso de haber aplicado el punto 1 y en lugar de tener efectivo ocioso, compré un pallet de latas de atún en enero, cuando costee la tarta gallega en Semana Santa, no debo hacerlo al costo de adquisición, sino que hacerlo según cuánto me costará comprar la misma lata en abril.
Si uno no está atento a esto, al momento de volver a reponer mis inventarios, probablemente me dé cuenta de que durante las últimas semanas estuve vendiendo por debajo del costo de producción, es decir, estuve regalando mi trabajo.
7. Ser transparente con mis clientes.
Este debate es un parteaguas entre los expertos en marketing y fijación de precio. Personalmente defiendo la idea de siempre exponer de forma sincera y abierta los precios de venta de mis productos. En caso de aumentarlos, debo ser transparente y mostrarle la realidad a mis consumidores. Todo sube y si yo no actualizo mis precios, el negocio va a quebrar.
8. No olvidarme de mi sueldo.
Este es otro error muy frecuente entre los emprendedores. No suelen agregar el costo de su tiempo, creatividad, esfuerzo y de oportunidad. Hay 2 formas principales de considerarlo. La primera consiste en estudiar cuánto pagan en el mercado por un puesto similar al que ocupo yo. La segunda es preguntarte: “¿cuánto vale mi hora de trabajo?” y multiplicar ese valor por la cantidad de horas que invierto en mi emprendimiento.
En conclusión, no es imposible emprender en entornos (hiper)inflacionarios, aunque tenga algunos desafíos extra. Siguiendo estos consejos, no tengo el éxito garantizado, pero sí, tengo más chances de sobrevivir y prosperar. ¿Hay alguna otra consideración que vos tenés al momento de emprender en entornos inflacionarios?
Ignacio Agustín Posada
Emprendedor, coordinador del Centro de Emprendedores de UADE Costa Argentina y consultor de Pymes.