Años de lucha tuvieron sentido. La ley 26.710 trasciende el propio fin de salud pública. Ahora nadie puede imponernos nada, conquistamos la libertad de decidir. El salto cultural necesario para cambiar una realidad injusta.
Lo dijimos durante años, lo escribimos, gritamos, militamos en cada rincón; nadie puede imponernos como vivir. Tuvimos que exigir y luchar para que se apruebe esta Ley que ya tiene identidad: Ley 27.610, de Regulación del acceso a la interrupción voluntaria del embarazo. Tuvimos que luchar para imponer la libertad. Suena increíble y hasta contradictorio ¿cierto? La libertad de decidir. Algo que no deberíamos ni discutir.
El hecho es que lo logramos! Ya es ley y ahora llega el otro camino, el de hacer que se implemente. Cambiar la realidad y cultura no es “moco de pavo”, como dicen en mis pagos. Hay países donde las leyes logran penetrar con rapidez en la cultura, como fue el caso de Islandia. Un tema interesantísimo para investigar. ¿Por qué en países desarrollados se logran esos avances estructurales, en lo económico y socio – cultural? La respuesta parece tener relación con los orígenes de esos pueblos, las culturas celtas y vikingas. ¿Qué pasa entonces con Latinoamérica? Esta respuesta encuentra línea directa con la colonización y evangelización impiadosa que tuvo lugar en el siglo XV.
En la madrugada del 30 de diciembre de 2020, pleno siglo XXI, miles de miles volvimos a las calles una vez más, de tantas, en el Congreso de la Nación Argentina y en más de 120 ciudades de todo el país en simultáneo, a través de una vigilia federal apoyada por la Campaña Nacional por el Aborto legal, seguro y gratuito.
Después de más de 12 horas de debate en el Senado y un aguante multitudinario en las calles, que comenzó el 28 a la noche, finalmente se aprobó el proyecto por 38 votos positivos contra 29 negativos y una abstención. El resultado superó las expectativas de la marea verde que estimaba un empate o una victoria ajustada. Hubo momentos únicos, que quedarán para siempre en los miles de corazones vibrantes que esperaron por años esta conquista histórica. Momentos que iremos compartiendo en una serie de crónicas. Al interior del Senado también se vivieron horas intensas de una prensa feminista que trabajó incesante para contar lo que pasaba y que, al momento de la votación, lo vivió con la misma expectativa de las calles, cortando el aire con cada voto y saltando de exaltación con cada positivo. Da orgullo decirlo. Hoy tenemos un parlamento Feminista. Ya no tenemos miedo de expresarnos por los ataques que recibimos durante años, sentimos orgullo colectivo, levantamos los pañuelos verdes bien arriba, hasta el infinito y más allá.
Estamos escribiendo los nuevos libros de historia. “De histéricas a históricas”, “Haciendo historia”, son frases emblema del Feminismo que tienen mucho camino recorrido y hoy recobran sentido. Esta conquista es colectiva, grandiosa, de alcance inconmensurable. Ahora sigue la implementación, que seguramente será otra lucha en los territorios y mentes, como lo es aún la ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) sancionada en el año 2006 y que todavía sigue sin efectiva implementación total. El impacto de este avance en Argentina, tendrá eco en Latinoamérica y el mundo porque lo decimos, lo cantamos, lo gritamos y militamos, porque lo sabemos: “América Latina va a ser toda Feminista”.
Esta ley salva vidas, ayuda a no poner en riesgo la salud de las mujeres y personas gestantes, exige liberar de la cárcel a cientos que están criminalizadas por abortos clandestinos, exige un acompañamiento amoroso y respetuoso en la atención post aborto y también respalda la elección de gestar y maternar, a través del Plan de los 1000 días. Es una ley que respeta justamente la propia decisión, personalísima.
Pero hay más, lo simbólico que comprende la ley es sublime. Conquistamos la libertad de decidir, de decir “NO”.
“No quiero que me impongan ser madre si no lo elegimos y fue un accidente”, declara Vanesa de Villa Gesell, con apoyo de su pareja, a quienes les falló el método anticonceptivo y ella ya estaba en edad de menopausia. Ambos tienen claros sus proyectos de vida juntos pero sin hijxs y él decidió hacerse la vasectomía, después de lo que vivió al lado de Vanesa y el padecimiento por el aborto clandestino. “No quiero otro hijo para mantener sola y producto de un violento y abusador, confiesa María de Pinamar, quien decidió salirse finalmente de años de sufrir violencia y ya con un hijo a cargo, que crió sola. “Quiero que me saquen esto que me puso adentro el viejo”, rogó una niña de 11 años violada por el novio de su abuela en Tucumán, un caso que relató Página 12 en 2019, de los tantos de niñas obligadas a ser madres en un país con el 16 % de embarazo adolescente no deseado.
No somos animales del sistema reproductivo capitalista y liberal, no somos incubadoras. Tuvimos que imponer el “NO” por ley. Como tuvimos que luchar por poder estudiar, votar, divorciarnos. Como tuvimos que defender el matrimonio igualitario o el derecho a la identidad de género, la Paridad en la política en 2017 y ahora el derecho a abortar un embarazo no deseado. Los sectores que se opusieron a cada uno de los derechos antes mencionados, siempre fueron los mismos.
El aborto es ley en Argentina. El “no quiero” se hizo realidad. Una amplitud que nos hace despertar en un país más justo e igualitario.
Periodista: Cecilia Bertolino
Fotos: Regina Salgado