Por Cristina Ivanec, arquitecta.
Matrícula Nacional 16404 // Matrícula Pinamar 971
“Al hacer nuestros proyectos hay varios puntos que tomamos en cuenta y que tratamos de incorporar. En este caso reflexionamos sobre la relación entre la arquitectura y el jardín, buscando formas de mejorar y ampliar estos ámbitos. También nos centramos en incorporar la cualidad espacial libre e indefinida de la arquitectura japonesa en nuestros proyectos, reinterpretando la idea de los aleros y los engawa, balcones de estilo japonés. En esta casa, estamos creando una nueva idea de techos y espacios que se configuran en un entorno natural”. Esto contaban los integrantes de UID Architects responsables del proyecto que hoy les traigo aquí.
El paisaje que rodea el emplazamiento está compuesto por casas tradicionales con tejados a cuatro aguas y a dos aguas. Por ello, los arquitectos han incorporado aleros profundos que crean sombras y techos de tejas metálicas que reflejan los colores cambiantes del cielo, la trama de madera que se funde con el entorno a la vez renueva la línea del horizonte existente. Aunque el terreno es relativamente grande para una casa en Japón, al dividirla en siete volúmenes separados en lugar de construir una única gran cubierta, se ha logrado una planta fluida que incluye varias superficies que conectan entre sí con un patio con plantas en el centro de la vivienda. Este jardín interior, aporta luz y un oasis al interior de la casa, en torno a él se ubican los tres dormitorios y la sala de estar.
La privacidad, la luz y la ventilación se consiguen mediante variaciones en la pendiente, la altura y la orientación del tejado, y toda la casa está dispuesta para favorecer una sensación de continuidad interna. La casa está rodeada por un jardín que la protege del ruido exterior de la ciudad y un paredón inclinado de hormigón visto refuerza la intención de privacidad y resguardo del mundo exterior que se buscó en este proyecto. La forma de los techos aporta el movimiento más que interesante a la volumetría de esta vivienda, y los grandes ventanales de vidrio conectan el interior con las montañas que forman parte de este entorno. A través de la línea de las cubiertas dibujadas por los siete vértices, la casa presenta un nuevo horizonte que se funde con el paisaje urbano circundante, al tiempo que amplía los espacios interiores y exteriores. Esta formación -una acumulación de techos a dos aguas con diferentes orientaciones- establece techos y planos separados, al tiempo que permite que surjan diversos cambios en cada una de estas áreas.
“Nuestro objetivo era crear un entorno en el que los residentes se sintieran inspirados para percibir nuevas sensaciones a través de un ritmo creado por los cambios verticales, que son difíciles de reconocer en la planta, y cómo esto se conecta con el paisaje circundante”, dicen los autores del proyecto. Los interiores son de madera clara y el clásico estilo japonés austero, sobrio, está presente en la ambientación. La construcción finalizó en 2019. La casa se desarrolla en 309m2.
Las fotografías pertenecen a Nacasa &Partners Inc.
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