Acompañamiento a cada hombre en el camino por la vida

El próximo viernes 29 se rinde tributo a los santos arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, que aparecen en la Biblia con misiones importantes encomendadas por Dios.

San Miguel en hebreo significa “¿Quién como Dios?” y es uno de los principales ángeles. Su nombre era el grito de guerra en la batalla liberada en el cielo contra el enemigo y sus seguidores.

San Rafael quiere decir “Medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”. Es el arcángel amigo de los caminantes y médico de los enfermos.

San Gabriel significa “Fortaleza de Dios”. Tuvo la trascendente misión de anunciarle a la Virgen María que sería la Madre del Salvador.

Siendo tan grave la situación provocada por el integrismo islámico que promueve la desaparición de los cristianos de todo el Oriente Medio, y tiene como proyecto hacer desaparecer toda religión, para que toda la humanidad se someta a Allah, es necesario suplicar la ayuda de san Miguel Arcángel, ya que mientras los santos son intercesores y abogados nuestros ante Dios, él es constituido, por Dios mismo, en protector y defensor tanto del pueblo de Israel, como del nuevo pueblo elegido, la Iglesia.

Ángel es una palabra griega que significa “mensajero” (la misma que está en la raíz de la palabra “eu-angelio”, es decir, “mensaje bueno, propicio”).

El paganismo griego conocía dioses (Hermes) y seres pertenecientes a la esfera divina (los dáimones), encargados de comunicarse con los hombres de parte de los dioses lejanos, llevarles sus órdenes, o ayudarlos en las empresas difíciles.

A lo largo de los siglos, la Iglesia ha experimentado la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles.

En 1608, el papa Urbano VIII extendió la fiesta de los Ángeles Custodios, estableciéndola a toda la Iglesia universal el 2 de octubre, día en que se homenajea la memoria de los ángeles custodios, cuya misión es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo.

Ya en 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles de la Guarda y desde 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la Guarda, que dice: “Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián, custódiame en este día (o en esta noche), ilumina mi entendimiento, dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a Dios, mi Señor. Amén”.

Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado.

Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo infantil, pero no debería ser así, pues si pensamos que la persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.