Aprender a decir “no”

Por Teresa Geerken
Licenciada en psicología

Todas las personas saben decir que no… ¿A qué me refiero?

Cuando alguien les dice: “Podrías hacerme tal favor…”, ¿sabemos decir que no? Supongo que mucho depende de quién nos lo pida. Pero hay personas a las que les cuesta mucho decir que no.

Pongo un ejemplo. Me dijeron una vez (estaba yendo de Valeria a Pinamar): “Ya que vas a Pinamar… ¿me hacés un favor? ¿De pasada, me dejas en Cariló?”. Y no hay trampas en la pregunta, no se equivocó, quería que la llevara a Cariló, pero en vez de decir: “Ya que estas en el auto”, “yo no tengo ganas de tomarme el colectivo, o un auto…”, etc… prefirió decirlo en tono de favor pensando que yo no le podía decir que no. Sin importar cómo termina la historia… El tema es decir que no. Hay personas que lo han incorporado con el tiempo, pero en general es algo que le cuesta mucho a la mayoría.

También, otra forma de graficarlo sería una invitación a un evento, justo ahora que vienen todas las despedidas de año. Nos tenemos que juntar… empieza la historia… y al cansancio que se acumula para esta época se suman todos los eventos, para los cuales quizás tengamos ganas, pero estamos cansados. Y como cuesta decir que no vamos a ir, entonces algunos ensayan un quizás paso… que si conocemos a la persona sabemos que el “quizás” es que no va a ir, en un 90%.

¿Por qué puede ser? Supongo que porque trae consecuencias… Te tenés que “bancar” que el otro (quien hizo el pedido o la invitación y recibe el “no”) se enoje, ofusque, o como quieras decirle. ¿Y qué puede significar esto? Quizás, para algunos, mucho. Se puede relacionar con el pensamiento de que la otra persona no nos va a querer tanto, o no le vamos a caer tan bien.

Entonces, habría que preguntarse cómo hay que hacer, qué hay que hacer en el caso en que nos cueste decir que no.

Creo que el primer paso es aceptar que podemos decir que no, que no estamos obligados a decir que sí siempre. Sería lo contrario a la película de Jim Carrey que se llama Sí señor: en esta historia, él debe aprender a decir que sí, ya que siempre decía que no.

Luego de considerar un derecho decir que no, tendríamos que aceptar que al otro, esto puede generarle disgusto. Que no a todos les va a caer bien nuestra negativa. Y que en algunos casos puede tener consecuencias. Por ejemplo, si le decimos que no, de cambiar un turno a un compañero de trabajo, posiblemente cuando nosotros necesitemos nos dirá que no. Entonces, tendremos que evaluar costo-beneficio, en cada caso en especial.

Considero que, además, debemos aceptar el hecho que no podemos caerle bien a todo el mundo. Sin importar lo que hagamos, siempre a alguien le caeremos mal, en el mejor de los casos, quizás le caeremos mal a muchos, pero bueno... Hay gente a la que no le gusta el helado, y para mí es inconcebible… pero sucede. Entonces, qué quiero decir con esto: no esperemos agradar a todos. Pero es importante, incorporar el “no”, es preferible, antes que estar amargados porque hacemos cosas que no queremos, y no nos priorizamos. Esto sucede con personas que no saben decir que no a nada. Dejan de hacer cosas que querían, por hacer lo que al resto le hace bien. Y a veces no le preguntan qué quiere… Si no se pone como prioridad… ¿quién lo hará?