Budines bajo sospecha

Si bien desde el Estado argumentaron que los budines con hongos fueron entregados por un proveedor de muchos años de trayectoria, poco se dijo en torno a por qué estos hechos antes no sucedían.

A comienzos de este año, la gobernadora María Eugenia Vidal sorprendía a varios distritos informando que serían los conejillos de indias de una prueba piloto: el Servicio Alimentario Escolar (SAE) pasaría a manos de estos municipios elegidos. Desde el oficialismo se aclamó que finalmente en los comedores escolares los alumnos comerían bien, desde los consejos escolares y los gremios se esperaba, aunque sea, que pudiesen con la tarea.

La cosa lamentablemente no se hizo esperar demasiado, apenas unos días atrás surgió la noticia a través de las redes sociales sobre la entrega de budines en mal estado en una escuela de Valeria del Mar. Dado que el SAE ahora es competencia de la Secretaría de Desarrollo Social del Municipio de Pinamar, una vez más su titular está en el candelero, un funcionario reincidente al que parecen seguirlo los conflictos, ya que sus múltiples gestiones (ha estado en el Ejecutivo en más de una ocasión, en Producción, en el Cementerio, y ahora en Desarrollo) han estado marcadas por los conflictos, los que han sido astutamente ocultos por los gobernantes de turno. Tal vez por esto último es que los rumores crecieron, y lo que se dio a entender junto con las fotos de los budines fue que aquella mercadería en realidad provenía de los depósitos del área, y que estaban “guardados” desde hace tiempo.

Rápidamente desde la Secretaría de Desarrollo Social el funcionario salió al cruce de las acusaciones, explicó detalladamente que la mercadería no estaba vencida sino que estaba mal envasada de origen, que la mercadería la entregó el proveedor (el mismo que tenía el Consejo Escolar desde hace ocho años) y que éste entregó la caja cerrada de budines, los que a su vez se encontraban envasados al vacío. También se ocupó de explicar que en ningún caso se les iba a dar a los niños esa mercadería, puesto que al observarla e informar al proveedor, éste había cambiado la caja de manera inmediata. Por el lado del Consejo Escolar fue su presidenta, Flavia Porres, quien aclaró que si bien ya no eran responsables por el SAE, acordaba en que no se trataba de mercadería vencida, y que los alumnos jamás corrieron riesgo de recibir esa mercadería. En ambos casos, tanto el funcionario de Desarrollo como la Consejera, opinaron que las fotos fueron utilizadas mediáticamente, y que no era la manera de manejar la situación, alegando sutilmente la “mala fe” de quienes hicieron trascender los hechos en las redes sociales.

Más allá de las declaraciones, las aclaraciones y las acusaciones cruzadas, la cuestión es si este cambio de manos del Servicio Alimentario Escolar es el responsable de esta situación, y si el área de Desarrollo Social es capaz de controlar el traslado, la entrega y el pago de la mercadería de todas las escuelas del Partido de Pinamar. Está claro que no es el fin del mundo y que la mercadería nunca estuvo cerca de llegar a los niños, ya que tanto las auxiliares como los directivos advirtieron la situación. El punto aquí parece ser el control de un servicio excesivamente amplio por una gestión que recibió sonriendo la tarea sin tener demasiada idea de cómo llevarla a cabo.