Champagne taste on a beer budget

Si hay algo que vengo pensando hace un tiempo considerable, es qué país bananero que somos. La mayoría de las cosas no funcionan como deberían funcionar. La teoría es una pero la práctica es diametralmente opuesta. Si tuviste la oportunidad y el privilegio de viajar al exterior, digamos a la tierra de Donald o sus primos aburridos de Canadá, o bien a la vieja Europa, te darás cuenta de lo que hablo. Si no lo hiciste todavía, ahora con la quita de cuotas sin interés se te va a complicar, pero te recomiendo hacerlo en algún momento de tu vida.

Donde viajes ves orden en la vía pública, prolijidad, limpieza, estabilidad social, las instituciones funcionan como deben, se respeta a la autoridad, todas las dependencias gubernamentales están altamente equipadas y preparadas, existen protocolos de funcionamiento para todas las situaciones y contingencias posibles, entre otras cosas.

Entiendo que todo esto es culpa nuestra, a nivel social, desde hace mucho tiempo y difícilmente podamos revertirlo, pero sí mejorarlo. Si bien todas las políticas macroeconómicas afectan directa e indirectamente a todos los municipios, no es excusa o justificativo para salvaguardarse de la pésima gestión que hay en muchos casos, como el de nuestra ciudad. Gestiones que vienen de mucho tiempo atrás, diría que las que más hicieron efecto fueron las posteriores a la vuelta de la democracia, que es donde pudimos lograr estabilidad política y social, y donde se acentuó el descontrol.

Nosotros en Pinamar, que en definitiva es lo que hoy nos tiene que importar, ya que es el lugar que elegimos para vivir (por lo menos los que trabajamos), no somos excepción alguna a la regla. Tuvimos durante la temporada tres fenómenos climáticos de inusitada ocurrencia, ya sea por la intensidad de los mismos, como así también por la duración. Ahora bien, quedó demostrado que no estamos preparados en absoluto para hacer frente a nada de manera seria, ordenada, preparada, evaluando la situación y estableciendo prioridades, contando con material apropiado e instrumentos acordes a cada situación. Repasemos, primero tuvimos el triste incendio en nuestra querida localidad de Valeria del Mar. El peor en nuestra reciente historia. Si no fuera por el capital humano de los bomberos y de los vecinos, la historia hubiera sido diferente (ayudaron mucho las fotos de los aviones hidrantes en Facebook). Luego tuvimos la lluvia y posterior inundación que afectó mayormente a Pinamar, donde nuevamente, si no hubiera sido por los mismos vecinos, bomberos y parte del personal municipal, todavía estaríamos flotando en Constitución y Valle Fértil (te entiendo, funcionario, que también heredaste esa esquina). Y por último, el reciente temporal, con un viento como hacía tiempo no se recordaba, con trombas marinas, Godzilla saliendo del mar, etc., donde causó un desastre, ya que no solo afectó a la mayoría de los balnearios (si estabas al día con el canon no te afectaba), sino que tiró árboles, rompió propiedades, interrumpió el servicio eléctrico, anegó calles y hasta tuvo el tupé de tirar la hermosa estructura de Pájaro Gómez de Avenida del Mar y Bunge, que estaba preparada para vientos de 150 km/h… otro claro ejemplo. Hasta acá lo que rescato como punto en común de todas estas situaciones (al margen de que en todas Iván pedía que el vecino se quedara en la casa, sin tener en cuenta que estaban haciendo el trabajo que el Estado no hacía) es justamente que tuvo que intervenir el vecino, de manera sistemática, ya sea para salvarse a sí mismo, o bien para ayudar a otro vecino. Punto para la solidaridad, pero no tapemos lo que está faltando, que es la presencia del Estado. No puede ser que cada vez que sucede algo de estas características el Estado recurra al vecino, porque no tiene elementos de trabajo. No pudieron administrar o gestionar para comprar dos motosierras, una bomba de agua o un par de escobillones.

Obviamente sí tuvieron fondos para poner el bendito arbolito, tomar más personal, o bien pagar a empresas amigas por servicios que podrían prestar los empleados municipales. Todo esto es gestión deficiente. Acá es cuando te das cuenta de que, cuando las papas queman, no tenés lo que deberías tener por destinar los fondos a cosas que no son prioritarias, justamente por no contar con un plan de trabajo.

Pinamar vive del turismo, a través del mar, de la playa y del bosque. No hay otra cosa para ofrecer, con lo cual, mínimamente deberíamos estar preparados para cuidar y proteger estos lugares como necesitan. Exceptuando a los bomberos voluntarios, que son un ejemplo en el país, después, todo lo que tenemos a nivel equipamiento e infraestructura es lamentable. En un municipio donde pagamos un 60% de aumento de tasas el último año, tenemos que limpiar nuestro frente, barrer nuestra vereda y darle un bono a los bomberos o al hospital para que tengan insumos. Esto es una vergüenza y nos denigra como sociedad. Queremos cobrar por productos y servicios como si estuviéramos en el primer mundo, pero cada vez tenemos menos y peores prestaciones. Queremos tener la mejor playa, pero antes date una vuelta por la base de Seguridad en Playas, mirá en el estado que se encuentra y también hablá con los guardavidas. Queremos tener la mejor ciudad, pero antes date una vuelta por los corralones y fíjate cómo están y con qué elementos cuentan para realizar su trabajo todos los días. Queremos tener el mejor turismo, hablá con los que invierten en nuestra ciudad todos los años, fíjate qué sienten y que piensan esos oligarcas y burgueses, que no se merecen nada del Estado por tener la desfachatez de buscar lucro es sus actividades.

No lo hago como una crítica solo a esta administración porque ellos son los mejores del país, y del continente, y del mundo, y del espacio y de las galaxias, pero sí lo hago como un llamado de atención a todos nosotros para que, desde nuestro lugar, exijamos lo que nos corresponde, pero también cumplamos con lo que tenemos que cumplir para poder dar el servicio que Pinamar merece.

En definitiva, queremos brindar con champagne teniendo presupuesto de cerveza.