“¿Cómo las UTF interactuamos con ese público?”

La creadora del parador Sportbeach hace una lectura de los últimos cambios operados en el sector aledaño a su emprendimiento en Pinamar norte. Lejos de criticar, la emprendedora plantea un interrogante: cómo se puede beneficiar Pinamar y amortizar los costos de un parador ante la presencia de un turismo ambulante.

Es una referente del verano y con su experiencia ha adquirido una capacidad de lectura del fenómeno veraniego en torno a la actividad de playa. Por no haberse quedado en el tiempo, si bien es testigo de tiempos mejores, es que puede analizar uno de los cambios más notorios en la modalidad turística. Un hecho que al parecer no ha sido visibilizado por los concejales y por las autoridades en general. Desde hace un puñado de años, cada verano, ve que mientras aumenta la cantidad de camionetas que ocupan la playa, su emprendimiento retrocede en relación directa al crecimiento de las exigencias recaudatorias, más los gastos que genera el hecho de estar en Pinamar norte, un lugar muy paquete que se ha vuelto yermo para la explotación de los paradores.

–¿Cuál es la primera consideración que puede hacer ante las circunstancias actuales?
–Lo primero que yo hago es analizar el tipo de producto que manejo, y en cuanto ese tiempo, ese producto, me pueden generar un ingreso. Una cosa es dar servicio en un producto que trabaja los 365 días del año y otra cosa es que ese producto se desarrolle en forma estacional. Tenés 40 ó 45 días para lograr el cometido, y en ese tiempo hay un factor que nadie contempla, que es el clima. En cualquier negocio de Capital Federal que abre los 365 días del año, si llueve no pasa nada. Pero como nosotros tenemos un gran tributo, que es el mar y la playa, que tiene el gran secreto del buen clima, ya estamos condicionados. Un día de lluvia a cualquier comercio de Buenos Aires que abre todo el año no le cambia la realidad; un día de lluvia en la playa sí cambia la realidad, en todo sentido. Le cambia la realidad aritmética. Eso, frente a las exigencias tributarias y al tipo de servicio que uno tiene que dar, realmente es una carrera contrarreloj porque es un altísimo margen de imprevistos a gran velocidad, y uno tiene que lograr que ese producto pueda ser ofrecido a nuestros visitantes en determinada cantidad de tiempo y con determinadas cualidades.

–¿Hay diferencia entre los balnearios y los paradores?
–En el caso de las unidades turísticas fiscales (UTF) de Pinamar norte que son paradores, que no tienen patios de sombra y sólo tienen permiso para sombrillas, damos un servicio bastante precario con un montón de desafíos que un balneario común, al estar sobre la calle, no tiene. Por ejemplo, hay paradores que todavía usan grupo electrógeno. Los paradores de Pinamar norte estamos atendiendo mínimamente un mercado que es un mercado de turismo absolutamente nuevo que se ha despertado en Pinamar en estos últimos diez años, que es el turismo ambulante, o sea, que el turista decide adónde quiere estar y cómo quiere estar y no tributa por eso, entonces vos estás dando servicio frente a un nuevo turismo que quiere divertirse y descansar de una manera diferente a los que alquilan una carpa. Esto significa que esas siete mil u ocho mil camionetas que estacionan en el agua o en la playa llevan su parrilla, su sombrilla, sus reposeras, y su heladera con comida, tienen su sombra, estacionan sin pagar estacionamiento, comen ahí y algunos pasan la noche y hacen fogones. Son miles de camionetas, y es la nueva modalidad. De eso también es responsable la industria porque conforme lanzaron al mercado que un producto puede tener doble tracción empezaron las automotrices, que hace quince años eran marcas que no tenían doble tracción y ahora sí. No solamente eso, utilizan las camionetas para traccionar las motos de agua, los UTV, los cuatriciclos y las motos.

–¿Ese turismo qué necesita de las unidades fiscales que operan ahí?
–Sombra y comida, no; el baño, sí. Recreación: cada uno se lleva su juguete, su tabla de windsurf, música, GPS, computadora, lo tienen. ¿Cómo recibimos a ese turismo que se despertó en Pinamar en los últimos quince años? Nosotros, que pagamos un canon, que pagamos más guardavidas, que tributamos mucho más que antes, que pagamos recolección de basura pero no la tenemos, que los proveedores no llegan a la puerta y tenés que traccionar tu comida para subir y bajar un médano, tenemos un desafío muy grande frente a un turista nuevo. ¿Cómo analizamos ese mercado nuevo y en qué medida nos favorece? Me parece que el turista tiene todo el derecho en elegir cómo quiere veranear pero nosotros, que somos quienes los recepcionamos durante 45 días, tenemos también el derecho de saber cómo hacer para sostener el negocio y cómo hacer para que ese turista consuma en nuestro negocio, que es para lo que estamos.

–¿Cómo es un día tipo de un verano?
–Está todo el mundo comiendo en el agua y nosotros ya no vendemos como hace diez años. Es muy difícil venderle un plato de rabas. Llaman al delivery por el celular, que está en el centro de Pinamar, que no tiene permiso para venta ambulante pero sí hace el delivery.

–¿Qué pasa con los residuos?
–Los residuos que las camionetas dejan ahí… Algunas son muy ordenadas y otras no. Los paradores recogemos la basura del espacio público y tenemos que ver la manera de sacarla de ahí porque no tenemos recolección. El tractor del Municipio no tiene permiso para levantar la basura de los paradores de la misma manera que un camión levanta la basura en la puerta de los estacionamientos de los balnearios de Av. del Mar. Nosotros no tenemos esa facilidad. Vos tenés que tener una camioneta para cargar las bolsas tuyas, más las bolsas que recogés de la gente que deja basura al lado del agua. Entonces se crea un costo operativo altísimo. ¿Cómo interactuar con este tipo de público desde nuestra condición de UTF como prestadora de servicios y de sombrillas? ¿Cómo hacés? O sea, para que los números den en 45 días, ya que el público de febrero no se queda, por el tema de las clases.

–¿Conoce si existe alguna restricción de tono ambientalista o proteccionista del medio ambiente?
–No. Dudo mucho que se planteen si van a producir algún efecto en almejas o caracoles. Quien se compra una camioneta de alta gama, un UTV de 40 mil dólares, lo que quiere es veranear a su manera, que es totalmente válido. El tema es cómo las UTF interactuamos con ese público; es la pregunta que yo me hago.

–¿Por lo tanto, lo que le pueden dejar a Pinamar es exiguo?
–Se trata de un turismo que estaciona en un espacio público de playa y que hace la modalidad de camping, algo que está prohibido en todo el partido. ¿Es público lo que está en el continente y no lo es lo que está al lado del agua? La pregunta es cómo hago para brindarle servicio a ese mercado nuevo. Cómo se sobrelleva cumplir como UTF frente al Estado en una circunstancia que no es la misma que la de un balneario en la Avenida del Mar.