Compensar la vida personal y laboral… para ser más feliz

Gisela de Andrea es licenciada, profesora en psicología (UBA) y especialista en psicodiagnóstico. La profesional se desarrolla como responsable de empleo en recursos humanos (RRHH) desde hace casi cinco años en una empresa gastronómica con doce sucursales. Con ella hablamos acerca del nuevo paradigma en el trabajo, sobre todo de las diferencias que se plantean con otras generaciones.

“Vamos notando cambios en los jóvenes que tienen entre 18 y 25 años; por ejemplo, vienen con una experiencia laboral muy básica, piden sueldos elevados para ocupar los puestos, traen sus exigencias en cuanto a las condiciones de empleo, no les gusta que uno les detalle puntualmente lo que tienen que ir haciendo, sino que se les dé un lineamiento general y ellos trabajar basados en la autogestión. Sucede que a veces no tienen las herramientas y conocimientos necesarios, hay que ir enmarcando algunas cuestiones que ellos no aceptan de buen modo, son poco tolerantes a la crítica constructiva, entonces lo que hacen es permanecer un tiempo en un trabajo y cuando algo mínimo no les agrada, renuncian. Así van fluctuando de un trabajo a otro”, detalla.

Los cambios que se operan en muchos sentidos se producen también en el mercado laboral. Hace unos pocos años era inimaginable encontrarse con alguien que a los 22 años hubiera pasado por siete u ocho trabajos diferentes y que, no obstante, siguiera cambiando.

Gisela entiende que esto es así y da su visión al respecto: “Esto es una tendencia laboral de nuestros tiempos. Se está viendo cada vez más. Ya no se busca una estabilidad y permanencia dentro de la organización para jubilarse y estabilizarse sino que van rotando cada dos años. Se busca el cambio porque se considera que se cumplió un ciclo y ya está hecho el aprendizaje. Entonces se necesita algo diferente. Los jóvenes buscan resultados inmediatos. Ya no se tiene esa tolerancia para aguardar por un ascenso o esperar durante algunos años ese puesto de jerarquía… Todo esto sumado a la incertidumbre del contexto laboral actual relacionado a la economía del país, con una amenaza casi constante de quedar desempleado”.

Dicen que lo único constante en la vida es el cambio, el movimiento… Ahora, ¿qué hay detrás de esta transformación en este paradigma actual? “Lo que los jóvenes están buscando es compensar su vida laboral y personal; ya no quieren trabajar diez, once horas y perder eventos familiares, sociales, reuniones con amigos, salidas. Se tiende a buscar un trabajo de menor carga horaria, incluso menos remuneración, para poder disfrutar libres de su tiempo. Hay gente que viene con espíritu emprendedor, iniciativa, que busca dejar su sello sin alinearse a los modelos tradicionales, ligándose a una rutina. Hay muchas personas que quieren desarrollar su emprendimiento y vienen a una organización a buscar modelos para el día de mañana ponerlos en marcha bajo sus propias líneas de trabajo”, agrega.

Los cambios incluyen a la figura del superior jerárquico, ya que según la especialista “los empleados quieren mantener un diálogo fluido con su jefe, charlar cuestiones de igual a igual. Se va perdiendo el rol de autoridad, se va fomentando mucho más el trabajo en equipo, se acepta mejor un coordinador que organice las actividades y todos trabajen a la par porque de la heterogeneidad también se va nutriendo el trabajo. Ya no está esa asimetría tan marcada de ‘te digo lo que tenés que hacer y vos lo tenés que llevar adelante’”.

Este “romper con los esquemas” incluye la aparición “del casual day… que deja los viernes libres para vestirse de manera más informal, también muchas veces se liberan horas o días del trabajo en la oficina para que la gente lo haga desde su casa, ya que, si se cumple el objetivo, tranquilamente se pueden tomar estas atribuciones, y la tecnología también acompaña a que eso se pueda llevar a cabo”. Es evidente que muchas estructuras van quedando atrás y el ámbito laboral no escapa a los cambios de estos tiempos.