Conmemoración del nacimiento y la epifanía de la Iglesia

Transcurridos 50 días de la celebración de las Pascuas, mañana sábado en la capilla San José se lleva a cabo la habitual cita de la Vigilia de Pentecostés, que comienza con la misa a las 17.30, y luego con la celebración de los rituales de la espera hasta las 22.

En primer término, serán animados por el grupo Maranathá y, a continuación, tomarán la posta los jóvenes.

Al día siguiente, el domingo, tendrá lugar la solemnidad de Pentecostés, la fiesta de todos los bautizados, ya que conmemora la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia.

La gran Solemnidad en honor a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad evoca el descenso del Espíritu Santo sobre los 120 más cercanos seguidores de Jesús, que partieron al Cenáculo del Monte Sión para encontrarse con el Hijo de Dios resucitado, quien en el nombre del Padre les comunicaría la memoria viviente de la Iglesia, enseñándoles el camino para que salieran en misión de renovar la faz de la tierra y crear la nueva familia que le diera origen.

Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego se posaron sobre cada uno de ellos.

Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas. En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía, que recuerda el día en que Moisés subió al Monte Sinaí a recibir las tablas de la Ley a fin de enseñarle al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.

La misión de ese círculo íntimo de fieles fue transmitir a todos la Buena Noticia, en lo que representó el bautismo de la Iglesia y la creación de la Nueva Familia.

Desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico del Vaticano, el papa Francisco explicó la importancia que esta fiesta tiene para la Iglesia. Lo hizo al presidir el último Regina Coeli del año en el día de Pentecostés.

Señaló el Santo Padre que el Espíritu “nos enseña la única cosa indispensable: amar como ama Dios”. Es el “consolador, abogado, intercesor, es decir, Aquél que nos asiste, nos defiende, está a nuestro lado en el camino de la vida y lucha por el bien y contra el mal”, subrayó.

Francisco manifestó, además, que “ser cristiano no significa principalmente pertenecer a una cierta cultura o adherirse a una cierta doctrina; ante todo es unir la propia vida, en cada uno de sus aspectos, a la persona de Jesús y, a través de Él, al Padre”.