“Creo que lo razonable era oponerse”

Gabriel Vidauli repasa las instancias que dieron origen al código y la ocasión malograda por instrumentar una actualización. Hoy no considera conveniente haber generado un cambio sin infraestructura y sin tener en cuenta la opinión comunitaria.

El arquitecto Gabriel Vidauli fue concejal entre 2009 y 2013. Si bien es uno de los pocos radicales puros que quedan, siente que se quedó sin partido, una sensación que experimenta al ver diluida su tendencia en la alianza con Cambiemos.

“Yo no coincido con muchas cosas de lo que significa la propuesta del Pro como organización social, por lo cual no hubiese podido congeniar tampoco, pero soy democrático y respetuoso de las decisiones de las mayorías. Dentro de esto, sigo expectante y, si se puede ayudar, se ayuda” aclara.

Vidauli, en ocasión de ser secretario de Obras Públicas, hizo el COU, en 1986, según consta en el mismo código junto a otros nombres no menos importantes.

Según su consideración, en el inicio se trabajó muy bien y se hizo una recopilación de muchas ordenanzas que estaban sueltas y sin integrarse en un todo.

“Obviamente, los códigos son herramientas para organizar urbanísticamente la ciudad. Pinamar es una ciudad que nace muy bien, con una preocupación de su ordenamiento urbano, que viene desde la loteadora. Ese comienzo es lo que hace que hoy sea realmente una ciudad distinta, con características muy interesantes, producto de cómo se organiza. Cuando yo estaba en el Concejo, nos empezó a preocupar y ver cómo solucionábamos lo que había pasado con Ostende y el Barrio San José por falta de control de la Municipalidad. Esta no controló durante unos años y se produjo una especie de desbande por parte de los ciudadanos, quienes buscan satisfacer sus necesidades. Son las leyes, los códigos, los que nos permiten vivir en paz en pos de un objetivo común. Lo que ocurría estaba muy claro y nos propusimos ver qué norma podíamos instrumentar para ver cómo solucionar el problema, porque no se puede empezar a poner multas a mansalva cuando esto ya ocurrió a raíz del Estado ausente”, agrega.

La idea primigenia fue la de buscar una solución entre el Ejecutivo y el Concejo para resolver ese problema. Paralelamente, esta misma alineación parlamentaria creó el Consejo Asesor Urbanístico (CAU) conformada por la mayoría de las instituciones de Pinamar.

“A poco de iniciar el proceso, sentí que se me estaba yendo de las manos. Había un grupo de profesionales que tomaron la batuta y empezaron a preocuparse, más que por solucionar el problema de Ostende y el Barrio San José, por modificar algunas zonas y algunos indicadores del código de Pinamar. Yo no estaba de acuerdo con eso. Había zonas que se quería transformar de unifamiliares a multifamiliares, hablando de transición y otras cosas, y se empezó a desdibujar lo del CAU porque la gente comenzó a no sentirse escuchada. Yo, lo que decía es que el código de una ciudad debe ser el resultado de una discusión y de una puesta de acuerdo de todas las instituciones y todas las fuerzas vivas de la ciudad, porque esa es la herramienta final para determinar qué ciudad queremos”, amplía.

Finalmente, Vidauli aplacó el tema al ver cómo se había desdibujado el propósito inicial y por no contar con los votos necesarios para ir en la dirección correcta. Al retomar el tema y su tratamiento, el ex concejal tuvo una breve participación pero notó cierto apuro y que no estaban de acuerdo todos los profesionales.

“Me pregunté el porqué de tanto apuro, que no estaba reflejado en la demanda de la sociedad. No hay una demanda social porque hay un problema que el código está impidiendo. Esto me llamó mucho la atención, hasta lo dije en la audiencia pública; es más, creo que no la pusieron. Porque si nosotros no determinamos qué ciudad queremos con la intervención de todas las fuerzas vivas, todos los que hacen el turismo, la inmobiliarias, hoteleros, los profesionales..., si no lo determinamos entre todos no es válido, todos tienen que opinar” afirma.

Para el arquitecto Vidauli, antes de abordar el COU es necesario contar con la planta de tratamiento y una red cloacal en el partido. Recuerda que durante la audiencia pública hizo hincapié en que todos los oradores (35) eran profesionales, como si se tratara de un coto privado.

“No es razonable intentar un cambio de código sin tener infraestructura, sin haber solucionado los desagües pluviales… Esto es un trabajo de laboratorio de algún iluminado que lo ha llevado contra viento y marea que lo ha llevado con la obsecuencia de todos los concejales que lo acompañaron. Creo que lo razonable era oponerse”, concluye el arquitecto Vidauli.