Crónica de Mujeres en Acción: construyendo comunidad

Ante una realidad que evidencia el aumento de necesidades básicas sin cubrir en gran parte de la población, hay mujeres que sienten lo ajeno como propio y se comprometen. Mujeres como Susana Lastra, en Ostende.

Era la media tarde, Rocío cumplía años, así que me fui hasta Montevideo y Arcachón a saludarla. Al cruzar la calle veo, sobre una pared desgastada, un verde y violeta con la insignia del género femenino y las letras “Mujeres en Acción”. Ineludible curiosidad. Algo pudo adelantarme Rocío, quien, como vecina, es testigo ocular de la obra solidaria que lleva adelante este grupo, con una mujer a la cabeza: Susana Beatriz Lastra. La busqué en Facebook, la seguí durante un tiempo y la llamé. Finalmente nos encontramos en su espacio, mates de por medio y unos sándwiches de miga que acepté sin resistencia. Hace trece años que vive en Ostende, es rosarina, tiene seis hijos y catorce nietos. Llegó sola a Pinamar, con toda su familia a cargo, y luego encontró a quien hoy es su compañero, Claudio. Es enfermera y su primer trabajo fue gracias al Dr. Curto. Recuerda que, por aquellos años, armaron una salita de atención sobre la playa que fue una prueba piloto a cargo del Dr. Baldo. Luego participó del armado del geriátrico que funcionó durante años arriba de Pinamed, pero tuvo que alejarse de la actividad por problemas personales y familiares de salud. Logró construir, de a poco, una vivienda para ella y algunos más de su familia, en la esquina del Barrio Cooperativo. Hoy son trece personas conviviendo en el terreno alrededor del almacén que lleva su nombre: “Susana”, que sustenta a la familia y abastece a muchos vecinos. Pero esta historia, que podría parecer común a muchas familias de pocos recursos en Argentina que luchan por salir adelante, está atravesada por cientos de anécdotas y dificultades en un espacio, reducido en metros, donde Susana montó un imperio de solidaridad que hoy se llama Mujeres en Acción.

Solidaridad y acción social
“No hago política ni religión”, aclara la entrevistada y relata: “Empezamos hace años con una copa de leche con merienda. Después seguimos con jarras de leche para que pudieran llevar a sus hogares porque había abuelos a los que se les complicaba venir hasta acá”. Susana recuerda que, al inicio, comenzó colaborando con el grupo Si me prestás te lo presto, creado por Cesar Laurent. Luego, al tener mayor cantidad de demanda en su barrio, decidió seguir en forma personalizada, ya que en ese momento no sabía manejar las redes sociales. Hasta que logra crear Mujeres en acción en Facebook y comienza a publicar las cosas que la gente entregaba así como el destino que tenía cada donación. “Todo lo cuidamos, limpiamos, ordenamos, arreglamos o restauramos, porque no es lo mismo donar lo viejo y roto que reparado y listo para usar. Llegan donaciones de todos lados; hay mucho de Cariló. La gente se entera por las redes y el boca a boca también sigue funcionando”, detalla la hija de Susana, Ayelén, que también está comprometida con la labor de su madre y la acompaña en la entrevista: “Tenemos alimentos, juguetes, ropa en percheros; también, medicamentos donados, colchones anti escaras (que a veces le prestamos al hospital), nebulizadores, fajas de todo tipo, bolsas colectoras, cuellos y botas ortopédicas, sillas de ruedas y muletas, medidores de glucosa, leches especiales, sin lactosa, por ejemplo”. Actualmente son 2.370 mujeres y hombres interactuando en la red social. Asisten a 30 familias promedio por día en forma organizada y prevista, que van anotando en un cuaderno. Pero, además, son cuatro o cinco familias más a diario que aparecen espontáneamente por urgencias de alimentos, medicamentos, ropa, calzado, útiles escolares, etc.

Articulación
Cada pedido tiene respuesta, salvo raras excepciones. Además, articulan con instituciones o grupos que solicitan ayuda, como ocurrió con algunas entidades de Villa Gesell y Madariaga. “También articulamos con la Escuela Especial de Pinamar y con los abuelos de Acción Social”, comenta Susana Lastra, sin ocultar la emoción que la inunda al recordar una anécdota en particular: “¡Fue el 3 de febrero, el día de mi cumpleaños! Venía pensando en los abuelos que están en Acción Social. Me di el gusto de llevarlos a pasear por el Tren de la Costa para que salgan a dar un paseo un rato y vean el mar. ¡No sabés la alegría de esos trece abuelos! ¡Nos costaba subirlos al trencito, inclusive por sus dificultades físicas, pero el amor que pusieron los chicos del tren…! ¡Les estoy eternamente agradecida! Los abuelos bailaron y rieron con el Hombre Araña y Minnie!”. El trabajo social es amplio y abarca también fechas y eventos especiales. Desde festejar el cumpleaños de quince a una adolescente cuya familia no puede costear los gastos, hasta fiestas para el Día del Niño y Navidad, donde reciben a 300 chicos y reparten 400 regalos.

El almacén del barrio
El medio de vida, para la familia numerosa de Susana, es el almacén. Una estructura pequeña que se entremezcla, por falta de espacio, con la vivienda personal y el espacio de Mujeres en Acción. “Trabajo con la libreta, como antes; fiamos a los vecinos porque la gente no puede pagar el alimento diario. Pero, además, con este pequeño negocio mantenemos a hijos y nietos que tenemos con problemas de salud variados. Luchamos mucho por evitar que nos clausuren porque sabemos que esta zona no es comercial, de acuerdo al Código de Ordenamiento Urbano, pero ya solicitamos y estamos a la espera de que se resuelva a favor, ya que es una realidad necesaria para nuestro barrio. Ostende creció mucho y la gente no tiene movilidad para acercarse a los centros comerciales”, explica Susana, en un relato detallado que recae inevitablemente en las puertas de los funcionarios. “Golpeé todas las puertas, de Fiscalización, de Acción social, del Concejo Deliberante. Y finalmente armé una carpeta /expediente que presenté para pedir ayuda a la ex presidente del Concejo Deliberante, Mercedes Taurizano, de quien obtuve apoyo permanente, como así también del concejal Gregorio Estanga”, según declara. Remarca que han juntado firmas de vecinos incluso, ante las constantes amenazas de clausura que padecieron. Desde el verano pasado, trabaja tranquila pero está a la espera de la reforma del COU en este sentido, ya que entiende que la reformulación es necesaria para el correcto funcionamiento dentro de las normas.

La realidad
Para una mujer que lleva años en acciones solidarias, la pregunta sobre cómo ve la realidad es inapelable: “Terriblemente mal. Aumentaron las necesidades. Hay mucha demanda, no tengo tiempo para mí y estoy totalmente absorbida por la labor solidaria. Termino muy cansada pero mi familia me sostiene. Ahora estoy haciendo menudos para entregar. A veces son las 12 de la noche y sigo entregando cosas. Los nebulizadores suelen salir a la 1 de la mañana por urgencias. Vivo para esto y sé que necesito descanso, pero no puedo dejar de responder a las necesidades de la gente. ‘¿Está Susana?’, pregunta la gente cuando entra al negocio. Dejan mercadería con carteles. Y tenemos pedidos de todo tipo de necesidades: hornos eléctricos, lavarropas, heladeras, mesas y sillas, sillitas para bebés, camas, etc. La señora Mónica Goroso nos ayuda siempre, en lo que puede. Tengo que agradecerle”.

La mayor demanda
Susana afirma sin titubeos que lo más solicitado, hoy, es lo básico: alimentos, abrigo, frazadas, cobijas, ropa. Asisten, en su mayoría, a mujeres que son madres solas, o parejas en las que el hombre se quedó sin trabajo y la mujer sale a conseguir ropa y comida. “Incluso tenemos gente que era donante y ahora necesita pedir; les decimos que no sientan vergüenza. También hay mucha necesidad de vivienda digna. Yo misma no la tengo, aunque hago todo lo que hago”, manifiesta.

Un sueño y un corazón agradecido
Siguen los mates de por medio; ya cambiamos la yerba varias veces y sabemos que es hora de cerrar la entrevista pero que no dejaremos de vernos. “Mi sueño sería tener un espacio para Mujeres en Acción, donde trabajar cómodas y depositar, acondicionar y organizar las donaciones. ¡Hasta biblioteca queremos armar! Tengo un lugar reducido. Duermo alrededor de bolsas. Mi familia está afectada por la falta de espacio”, sostiene Susana, entre deseos y agradecimientos. Es un proyecto amplio que contempla, entre otras cosas, ofrecer clases particulares de ayuda escolar, ya que cuentan con mujeres dispuestas a brindarla, una abogada para ofrecer asistencia legal, una acompañante terapéutica; mujeres que reciclan juguetes, arreglan ropa, otras que desean dar talleres, clases de zumba, etc. “La idea es asistir sobre todo en la zona de Ostende, que sabemos que crece en densidad poblacional y necesidades”, resume la creadora de Mujeres en Acción. Vecina de Ostende, creyente, agradecida, amante de su familia y su barrio, altruista hasta el cansancio, orgullosa de su grupo y de sembrar la semilla de la solidaridad en sus nietos. Cuando la situación económica azota las necesidades básicas de tantas familias a nuestro alrededor, se torna imperioso mirar de cerca, ver la grandeza de la humildad en mujeres que construyen comunidad y preguntarnos qué estamos haciendo nosotros ante esta realidad.

Contacto: Mujeres en acción (Facebook).