Cuando el turismo se equivoca y todos pierden

“Los problemitas tienen la costumbre de parir problemones”

Son pocas las referencias históricas sobre la laguna de Epecuén en el partido de Adolfo Alsina, provincia de Buenos Aires. Se sabe que en 1810 pasó el coronel Pedro García y encontró una laguna crecida. Cuando el Coronel Levalle arribó aquí por 1876 la laguna tenía mucho menos caudal. Un estudio de 1959 daba una profundidad media de un metro y una extensión de 10.000 hectáreas. El vocablo Epecuén en mapuche significa “casi asar” y se cree que se debe al escozor que produce en la piel la sal del agua al secarse al sol.

Sus aguas comenzaron a ser renombradas por el boca a boca de aquellos que veían en ellas la cura y el alivio para males de la época como artritis, reuma y enfermedades de la piel entre otras. La llegada del tren a Carhué en 1899 y la apertura de nuevos hoteles permitieron que las personas pudieran disfrutar de los baños que se hacían en la orilla de la laguna. Un fuerte impulso oficial fue dado por el estudio de las propiedades de sus aguas realizado en 1909. Para esta época tenía poco caudal y el turismo no era posible en una laguna de poca profundidad con una masa salina que formaba una costra con cristales filosos y cortantes. Sin embargo una temporada de lluvias entre 1914 y 1919 la convirtió en un mar.

Esta situación despertó el interés de un visionario que en 1914 adquiere tierras a su vera y funda el balneario y termas Mar de Epecuén, inauguradas en enero de 1921. En 1922 se produce el loteo para la conformación del pueblo y se lanzan campañas publicitarias ofreciendo propiedades a orillas del lago. El ritmo de crecimiento se hace fuerte y comienzan a construirse hoteles y a establecerse trabajadores y propietarios.

El modelo de urbanización adoptado para el balneario en su primer momento con alojamiento en Carhué, distante a diez kilómetros de Epecuén, y con la práctica recreativa de baños en su orilla, comenzó como un uso racional del recurso natural para el turismo llevada a cabo por los agentes promotores del desarrollo. Luego y, evidentemente como consecuencia de fuertes demandas recreativas y de los beneficios económicos resultantes del aprovechamiento de la costa de la laguna para el turismo termal, la gestión racional de los primeros tiempos fue dando paso a un desarrollo espontáneo, irracional y excesivo sobre la ribera, comprometiendo severamente el recurso natural valorizado para esas prácticas.

En 1930 ya contaba con escuela y capilla de lo que más adelante se llamaría Villa Lago Epecuén y, pese a los problemas de inestabilidad del caudal, que dependía exclusivamente de las lluvias, la villa balnearia continuaba creciendo en fama.

En las décadas del 40 al 60 el municipio interviene intensamente creando un complejo termal modelo con fines recreativos y se pone en marcha un programa de desarrollo de infraestructura con la construcción de caminos, servicios de electricidad y terminales de transporte, entre otros. Epecuén comienza a reconvertir su estructura turística de servicios de lujo para recibir un turismo más económico con pensiones y departamentos.

Los 70 y 80 marcan un nuevo impulso turístico. Para 1980 contaba con más de 5000 plazas hoteleras y 250 emprendimiento comerciales contando los hoteles y comercios, más de 100 hectáreas de camping con forestación de 40 años y una población de 1300 habitantes estables.

El balneario dependía del recurso natural para su subsistencia y la laguna ha demostrado desde sus orígenes ser un ecosistema dinámico y en continuo cambio; su caudal se achica o ensancha de acuerdo con fenómenos climáticos diversos. En todas estas etapas de su desarrollo turístico los pobladores de Epecuen silenciaron esos problemas y durante años convivieron con una laguna que, esporádicamente, elevaba su caudal e invadía las casas.

Evidentemente las preferencias del hombre por construir lo más cerca posible del agua no se condicen con la dinámica de la naturaleza y, lamentablemente, todo culmina con la destrucción de las construcciones en épocas de mayor actividad climatológica o, a impulsos de catástrofes ambientales costeras como la que sucedió en el lugar en la década del 80. Todo desapareció un 10 de noviembre de 1985 con una gran inundación que cubrió las construcciones y que tardó 25 años en retirarse.

En 1993 la provincia llega con obras de hidráulica para aliviar el caudal del sistema de lagunas encadenadas de la región suroeste de la provincia de Buenos Aires, de las que Epecuén forma parte como el último eslabón al sur del territorio. Cerca del año 2010 volvió a mostrar sus ahora esqueletos urbanos cubiertos de sal. Epecuén, hoy devenida en sitio turístico para mostrarse como lección aprendida, vuelve a estar vigente reconvirtiéndose hacia otros usos recreativos para los visitantes. El 29 de enero de 2017 batió un record mundial y entró en el libro Guinness cuando casi 2000 personas flotaron en el lago demostrando el alto porcentaje de salinidad de sus aguas, similares a las del Mar Muerto, y que siguen generando un creciente interés turístico-medicinal.