Cuando lo privado es público

Solemos diferenciar lo público de lo privado en todos los ámbitos de la vida.

Esto es de público interés y esto otro no, esto pertenece al ámbito privado y por ende no debe ser expuesto públicamente. Cuidamos nuestra privacidad. Las figuras o personalidades conocidas en el ámbito público padecen o deben aprender a manejar las intromisiones de los papparazzi cuando alguna noticia, foto o video de temas personales se hacen virales. Pero hay temas que siempre fueron privados y están hoy tomando figura pública. Con el impacto de las redes sociales asistimos a la plaza virtual donde los límites de lo público y lo privado se desdibujan, también de lo real y lo virtual. Lo cierto es que las nuevas tecnologías proponen exposición y protagonismo ciudadano. Entonces sucede que nos enteramos de cosas que antes no. El feminismo crece a lo largo del mundo, también gracias a las posibilidades infinitas que aportan hoy estos nuevos modos de conectarnos virtual y socialmente. Mujeres del mundo hablan y son escuchadas. Lo que antes pertenecía y moría en el ámbito privado, con el silencio como su mejor compañero de vida, hoy se puede vociferar y exponer porque, además, el efecto se multiplica… “Si ella lo cuenta, yo también”, “si ella pudo, yo también”. Y resulta que salen a la luz cantidad de denuncias de abusos, violaciones y acoso sexual y nos preguntamos ¿cómo puede ser que haya tanta violencia? La respuesta está en lo privado… que siempre estuvo pero ahora es público. La Justicia es lenta y esto ya es una frase trillada, pero lamentablemente real. Esto significa que si una mujer, niña o adolescente hace una denuncia por violación, por ejemplo, pueden pasar años hasta que personas idóneas para las leyes, pero extrañas a ese ámbito privado donde ocurrieron los hechos, logren determinar, a través de un laberinto de pruebas, testigos, si los hay, etc., si el hecho sucedió o no. ¿Y mientras tanto? Hay que conocer ese “mientras tanto” para comprender hoy el gran movimiento feminista mundial que habla de temas privados que nos pertenecen, afectan y modelan a todos.

En Pinamar, días atrás fue pública la noticia de una denuncia por abuso sexual con acceso carnal en contra del concejal Claudio Galarza. Meses antes fueron conocidas otras denuncias por abuso y acoso sexual en contra de funcionarios municipales del actual gobierno, uno de ellos el director de Recursos Humanos, Pablo de Filippis. Denuncias del ámbito privado que se hacen públicas porque los involucrados son figuras públicas, perciben sueldos que todos pagamos y ocupan cargos que nos representan a todos. Con suficientes motivos, a raíz de los hechos mencionados, mujeres de agrupaciones feministas de La Costa (Fiera y Mujeres del Mar) realizaron un escrache, el lunes pasado, con pegatinas fuera del ámbito municipal de trabajo donde se desempeña De Filippis, exigiendo al intendente, Martín Yeza, la remoción del cargo por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Antes de ello, también recurrieron al Concejo Deliberante de Pinamar, a través de un comunicado por escrito y firmado por varias agrupaciones feministas y de derechos humanos, solicitando al cuerpo legislativo la suspensión del concejal Galarza. El comunicado fue dirigido también hacia varios medios de comunicación social locales. Si bien es cierto que el sistema judicial será el encargado de dictaminar la culpabilidad o inocencia de los acusados, el planteo de las agrupaciones Fiera y Mujeres del Mar es simple. “Mientras dure el proceso, no queremos hombres sospechados de estos delitos, en espacios públicos que nos representan”. No basta con comprender la dialéctica entre lo público y lo privado. ¡Resulta obsceno el ver cómo salen al ruedo las simpatías políticas partidarias! ¡Cuando se habla de abusos y acoso sexual! ¡Delitos graves, si los hay! Los simpatizantes oficialistas apoyan la moción en contra de Galarza, pero omiten ¿o desconocen? las otras denuncias. Las organizaciones feministas de La Costa, Fiera y Mujeres del Mar, en este caso, son las encargadas de dar voz a las víctimas. “Y esto no termina acá”, refirió la representante de La Costa, haciendo saber que las mujeres no callamos más y que este escrache a De Filippis, funcionario de Cambiemos, como asimismo al concejal Galarza, de Unidad Ciudadana, es el comienzo de un camino de ida.