De Boris a Piñón

El humor gráfico pareciera desaparecer pero sin embargo galopa en la inspiración de quienes tienen el don del trazo acertado; Jorh es uno de ellos. Inspirado en una generación de dibujantes increíbles, hoy su carrera recala en Piñón-cito y Página 12.

Jorge Lepera es Jorh, humorista gráfico y guionista. Sus trabajos se vieron en Billiken y pueden apreciarse en Sátira/12, el suplemento de humor del diario Página/12. Su trazo cantó presente en La Nación, La Razón y Perfil, además de toda la movida de Humor, Sex Humor, Satiricón y Eroticón.

Boris apareció en Billiken allá por los 90 y fue una forma de visibilizar en un personaje al terror de las computadoras de ese tiempo: el virus.

“Yo empecé a trabajar en las redacciones, en 1983, en una revista que se llamaba Feriado nacional y que editaba Martín García. Como vos dijiste, era la época en que en las redacciones había mucho humo de cigarrillo y mucho ruido de máquina de escribir. Evidentemente cambió muchísimo. Ahora trabajás desde tu casa. Yo conocí esa otra época de las redacciones, después pasé a la revista Humor, que en ese momento era ‘la revista’, todos queríamos estar ahí. Yo entré en el 85 y la redacción era hermosa, subir la escalera y cruzarte con Hugo Prat, que le venían a hacer una nota era algo inolvidable. Si vos te fijás, muchos periodistas salieron de la revista Humor. Estoy hablando de Dolina, Osvaldo Soriano, creo que estuvo en Mengano. Pero fueron los grandes nombres que hoy tienen esa firma y muchos pasaron por la Revista Humor. Y muchos venían de Satiricón”, repasa.

En ese punto comienza a publicar, a incursionar en el humor político, donde la temática se mezclaba con lo social. Cuando se vivía una especie de destape transgresor, que se percibía en las tapas de las publicaciones y donde la presión de salir de una dictadura, la más cruel, permitía hacer chistes con los Falcon verdes o con la democracia que se empezaba a respirar con Alfonsín.

Como muchos sedientos de información, Jorh esperaba la quinta o la sexta de La Razón u otro medio para tener las noticias más frescas. No había redes sociales. Es real: mucho se ha crecido, hubo muchos cambios, pero cuando el prestigio de un periodista es significativo, existe el lector fiel que quiere que el suceso le sea narrado por ese periodista, al que elige por su trayectoria o por su forma de trasmitir, porque tanto la voz como la forma de narrar un hecho son privativos de cada uno.

Pasaron años, historias y personajes. Hoy Jorh está haciendo Piñón-cito, el personaje, ídolo de los chicos, volcado a la historieta.

“Piñón es una persona maravillosa. Yo lo conocía. Habíamos hecho un trabajo con él, una canción que se llama Ronda de la paz, y es un homenaje a Sebastián Barreiro, que es la víctima más chiquita del atentado a la AMIA, y ahí tuve la oportunidad de conocerlo, nos hicimos amigos y en algún momento me dijo que le interesaba hacer una historieta y que dibuje a Piñon - cito, probamos, lo empezamos a hacer y gustó. Para mí era muy importante porque me tuve que meter de lleno en el mundo de Piñón, con todos los maravillosos personajes que tiene, y te puedo decir que es un tipo maravilloso, te hace trabajar con él pero entre los dos. Eso es bueno, porque a veces cuando uno trabaja con una figura tan importante no siempre ocurre y él tiene esa humildad de decirte ¿a vos que te parece? Sinceramente estoy trabajando con alguien que parece que trabajé toda mi vida. Además, el tipo es muy profesional”, se entusiasma.

Como ocurre con los pintores, es en este punto que surge una pregunta que es un lugar común: saber de sus referentes. “Los dibujantes de mi estilo siempre te van a decir dos nombres: Fontanarrosa y Quino. Yo creo que son los próceres y también me gustaba mucho, cuando empecé, una revista que se llamaba MAD, norteamericana. Creo que le debo mucho a esa revista; la leí mucho en la secundaria. Dibujar ya me gustaba de antes, de chiquito, y eso se lo debo a García Ferré, que me hacía dibujar a Pucho, Largirucho, Hijitus. Y, con respecto al humor, se lo debo a la revista MAD, que a mí me encantaba. Esperaba que llegara. Después dejó de salir acá y sigue en Estados Unidos. En el 79 ya me sumergí en Humor, que ya hablaba más de cosas locales, y ahí me di cuenta de que me gustaba hacer humor. Yo estaba en la secundaria”.

Nuestro entrevistado estudió con Miguel Rep y aprendió de Eduardo Maicas. Dibuja todos los días del año, sólo porque le gusta. Es dueño de una gran y auténtica humildad. En sus fotos siempre se lo ve rodeado de afectos, lo cual habla de por sí de su condición humana.