Desbordes pandémicos y proyectos petroleros se ciernen sobre las playas

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz

Los primeros días del veraneo 2022 en la costa atlántica bonaerense sitúan a los jóvenes en el centro de la escena.

Pinamar los tuvo como protagonistas de accidentes fatales con cuatriciclos y en multitudinarias aglomeraciones, sin barbijo ni precaución alguna, en convocatorias playeras, justo en el medio de la llegada al país de la tercera ola del coronavirus.

Los desbordes, precisamente, asoman como un efecto rebote de las consecuencias psicológicas que sufrió la juventud por el distanciamiento social y la incertidumbre que viene generando la pandemia desde comienzos de 2020, según estudios realizados por Unicef.

Así como la ansiedad y la depresión atacaron principalmente a los millennials de las clases más bajas por la virulencia con que el confinamiento golpeó al trabajo y la economía, de acuerdo con el informe, la vida virtual, el alejamiento de los amigos y la abstinencia de fiestas, así como la cantidad de horas frente a las computadoras, resintieron en mayor medida las conductas de los de sectores sociales más acomodados.

Es uno de los rasgos salientes de esta temporada rebalsada de turistas, que exige de mayores esfuerzos de parte de las autoridades para entender primero la naturaleza de tales comportamientos y luego tratar de orientarlos, lo mismo que las diversiones y los entretenimientos, para evitar excesos que terminan afectando el bienestar común.

La Iglesia no sólo se viene ocupando en la región de que en plena ebullición veraniega se cumplan los protocolos y aforos en las misas, procesiones y rosarios en las playas, sino que el obispado asumió la mayor sensibilidad ecológica que caracteriza a los jóvenes y trasladó esa preocupación a los gobernantes ante la reciente aprobación del proyecto de exploración y explotación de hidrocarburos en la costa atlántica bonaerense.

El obispado de Mar del Plata manifestó inquietudes acerca del impacto que podría tener la actividad petrolera en el medio ambiente y para el desarrollo integral, e instó a asumir responsablemente criterios y acciones que garanticen el bienestar integral para las futuras generaciones.

Advierte sobre riesgos de derrame de petróleo, los inmanentes al uso de componentes químicos y agua potable para la perforación de las rocas, y el peligro que entraña para la fauna marina, como la ballena franca austral, el pingüino de Magallanes y la reproducción de anchoítas, merluza y calamares.

Las industrias turística y pesquera, principales fuentes de trabajo de la población residente, se verían amenazadas nada más que por la cercanía de las plataformas petroleras en operación, a 300 kilómetros de la costa.

El obispado pregunta si la resolución indica un camino genuino para un desarrollo sustentable a futuro e invita, en palabras del Papa en la encíclica Laudato Sí, a un debate honesto y transparente para que las necesidades particulares o las ideológicas no afecten al bien común.

El pontífice ya ha venido apelando a “la responsabilidad por el cuidado de la Casa Común” y a la urgencia en “implementar políticas públicas en materia energética, ya sea al explorar o explotar hidrocarburos, que tengan en cuenta un auténtico desarrollo integral”.