El arte de crear espacios gratos

Así se puede sintetizar la obra que hoy apunta a transformar la principal arteria en toda su extensión, ya que el proyecto y los trabajos no se circunscriben a una vía de acceso y egreso de la localidad más antigua del partido.

Al arquitecto Ariel Galera, la intervención de la Avenida Víctor Hugo, a su cargo, le crea la expectativa de pensar en cómo vestirá el quehacer cotidiano del vecino. Es que hay una instancia en que el usuario del entorno no tiene conciencia plena de por qué se siente a gusto al haber descubierto su lugar, su espacio. Ese rincón para la charla, para el intercambio, con que contará el proyecto, incluye un espacio para los ciclistas, para quienes se movilizan a pie hasta el comercio donde realizan sus compras o para aquellos que llegan en su vehículo y buscan una dársena donde estacionar.

El joven arquitecto desea que su obra trascienda de una manera diferente, no con la notoriedad publicitaria rica en anuncios rimbombantes, sino a través de lograr que cada detalle llegue hasta el vecino. Que la obra sea “usada” en el mejor de los sentidos. Uno de sus deseos es que de aquí a 20 ó 30 años se puedan hacer los cambios que se vayan a proponer sobre la estructura. La idea, que hoy está en ciernes, llega para mejorar la vida de los que transiten esta arteria vital de Ostende. Es más, entiende que “el éxito del proyecto se verifica de aquí a unos cuantos años”.

Para Galera el premio llega cuando uno ve el proyecto funcionando, cuando el espacio pensado para que un atleta se entrene o un chico corra y juegue cumple con la idea primigenia. Se puede afirmar incluso que estos aspectos cubren las expectativas y le dan pie al proceso creador.

Para hacer un proyecto a la medida de Ostende, el arquitecto cuenta con el valioso aporte de que quienes hacen las obras son, en su mayoría, residentes de la localidad. A ello se le suma la observación: saber que cada lugar tiene su personalidad, su idiosincrasia, es vital y eso se logra recorriendo y hablando con la gente.

“Si nos ponemos nada más que en la medida que debe tener un cordón cuneta, no sería un trabajo para nosotros”, agrega.

Ariel Galera es un arquitecto con valiosos antecedentes, de perfil bajo y proclive a la minuciosidad. No hace mucho recibió una importante distinción por parte del Colegio de Arquitectos de la provincia, lo cual no deja ser una enorme satisfacción por provenir de sus pares.

“Nos dieron un segundo premio por una vivienda que hicimos en Cariló. Lo importante es que es un reconocimiento por parte de los colegas, que no siempre es fácil. A uno le pueden decir si le gustó o no, pero que la tengan en cuenta entre 70 ó 100 obras y premien a una vivienda, en escala mediana, es un reconocimiento importante. Son mimos, que quedan ahí para decirnos que estamos haciendo bien las cosas, porque uno vive siempre en la incertidumbre. Es una especie de inseguridad, eso es lo que nos hace que cada tema sea retomado y analizado. Uno está todo el tiempo retomando libros y experiencias”, agrega.

Esta nota apunta a destacar varios aspectos. Uno de ellos es tomar distancia de los matices políticos que son inherentes a la obra pública y otro, el tratar de rescatar matices que no siempre se ven en el trabajo de un arquitecto pero que han sido estudiados hasta el cansancio con tal de llegar al producto final. Esto es ver lo que todos no ven del trabajo de un arquitecto.