El arte y la naturaleza II

Por Amanda Paulos. Bióloga, docente y guía de naturaleza.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

En el Capítulo 1 de su superlativa obra, Cien Años de Soledad, Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez describe el utópico lugar donde se desenvuelve la historia de manera tan magistral que el lector puede sentir que con eso basta para admirarla como a una de las cumbres de la literatura universal.

En la primera oración nos hace sentir el paso irremediable del tiempo con tres palabras, describe un momento espeluznante con cuatro, nos dice que era niño con dos, recuerda a su padre vagamente y nos transmite su deslumbramiento infantil por conocer el hielo en el trópico. Con unas pocas palabras nos transmite lo que siente frente a la muerte. ¿Podría haber un mejor comienzo para enamorar al lector? Y como para que no se pierda el encantamiento nos cuenta que se llega a Macondo navegando por un mar de cenizas espumoso y sucio y que al desembarcar nos encontramos con un galeón español semienterrado, que deberemos caminar a través de una selva encantada y luego cruzar un bosque de naranjos silvestres. A poco andar, justo en el lugar donde encontraron la armadura con un esqueleto calcificado que llevaba colgado en el cuello un relicario de cobre con un rizo de mujer, hay que cruzar el río de pedregosa ribera y aguas diáfanas. Finalmente, llegamos a Macondo. Nos cuenta que está cerca de ríos tormentosos y que hay una ranchería escondida detrás de una sierra impenetrable. El pueblo más cercano, junto al mar, es Rioacha, rodeado de pantanos descomunales con caimanes. Esperan al viajero más pantanos desmesurados y una ciénaga grande más allá de la que no deberemos aventurarnos porque hay una extensión acuática sin horizontes. Nos alienta, sin embargo, a navegar por mares incógnitos, visitar territorios deshabitados y trabar relación con seres espléndidos. Y es tan sólo el comienzo de una larga y fantástica historia de la que los sentidos y la prodigiosa imaginación del autor son dueños.

Una vez más la naturaleza inspira al arte, y el arte inspira al arte. El magistral texto de García Márquez inspiró a un joven dibujante a tomar papel y lápiz y reproducir el paisaje en el cual se desenvolverá la historia de soledades que durará cien años.