Él es mi amigo el dólar

Estos tiempos que estamos viviendo en relación a la política cambiaria me hacen recordar mi deseo de haber vivido un poco más la década de los 90. Qué lindo debe haber sido tener un manguito de más durante el “deme dos” de todo. Qué lindo debe haber sido poder viajar por poco dinero y conocer todo el mundo. Qué bueno debe haber sido poder ir al supermercado y ver las góndolas llenas de productos importados y no tener que ver las góndolas de hoy en día, que parecen a las de un Estado pos apocalíptico. Habrá sido linda la fiesta pero, como toda fiesta, tuvo sus costos y sus consecuencias, de las que sí tenemos experiencia como para no repetirla. Hoy creo que después de años de los K y un tiempo de Cambiemos puede que estemos en cierta vía similar si no se hacen las modificaciones necesarias (preparate para después de las elecciones).

Antes de seguir leyendo, alumnos, tomen nota para comprender el resto de la columna. En la economía básicamente tenemos dos tipos de cambio. Un tipo de cambio nominal y un tipo de cambio real. El tipo de cambio nominal que vemos reflejado todos los días en la televisión y en los diarios es el que nos indica la cantidad de pesos necesarios para adquirir una unidad de moneda extranjera. Por ejemplo, un dólar estadounidense equivale hoy en día a 16,10 pesos. A partir de los datos nominales se suele seguir la evolución de esa variable.

Es decir, suponemos que el dólar sube o baja si la cantidad de pesos necesarios para comprarlo es mayor o menor que en el momento contra el cual se hace la comparación.

Por otra parte, el tipo de cambio real compara en términos de bienes y no en términos monetarios.

Esta mensura indica la relación entre los precios de los bienes de un país y los precios de los bienes de otro país.

Cuando analizamos ese tipo de cambio bilateral, en general tomamos una canasta de bienes completa, no un solo bien. Un ejemplo que se acerca a este tipo de cambio es el Índice Big Mac que elaboraba la revista The Economist, que compara el precio de este combo de comida rápida en distintos países. Por eso cuando decimos que en Estados Unidos comprar tecnología es una ganga o bien viajar a Brasil a vacacionar también lo es, justamente medimos en términos reales lo que cuestan en un país y en otro.

Un tipo de cambio real alto (es decir un peso depreciado) significa que la canasta de bienes en nuestro país es más barata que en el exterior. En estos casos se busca incentivar el reemplazo de los bienes extranjeros que son más caros por otros bienes de producción nacional o bien importar menos. Hoy nuestro tipo de cambio real está a la baja, con lo cual somos caros para el mundo.

Debemos aclarar algo. La economía argentina es insignificante en la participación de la torta del mundo. Es menos del 0,5% del PBI mundial, es decir que básicamente no existimos y no decidimos ningún precio de ningún producto, con lo cual los precios nos los impone el mercado mundial. Por eso exportamos al precio que nos dicen e importamos al precio que nos dicen. Por lo tanto, si hay una variación en el tipo de cambio en nuestro país, repercute en nuestros costos, pero no en los costos del resto del mundo, por ende no afecta el precio de venta de lo que vendemos.

Dicho esto, debemos decir que la política K en todos sus años se basó en administrar el tipo de cambio, para mantener un tipo de cambio real alto en los primeros años siendo mucho más competitivos en el mundo. Recordemos el mandato de Él y el casi los dos primeros años de Ella, el país tuvo mucho menos inflación, más crecimiento y un tipo de cambio real alto. Básicamente la inflación no le ganaba a la variación del tipo de cambio, durante el año, con lo cual se podía mantener esa brecha cambiaría y seguir siendo competitivos. Ahora bien, luego, diría que desde el año 2008 esto se desbandó mal hasta la finalización del mandato de Ella. Se planchó el dólar como política monetaria por suponer que así se detenía la inflación, juntamente con pisar las tarifas de servicios. Esto repercutió en la macroeconomía y tuvimos déficit fiscal, déficit energético, caída de reservas internacionales, y unas clases media y alta que si dieron un festín en el exterior con un dólar regalado. Además de seguir comprando autos importados de alta gama, por supuesto.

Nuestra inflación crecía a pasos agigantados y el dólar se mantenía siempre por debajo. De hecho los últimos dos años y medio de Ella el dólar estuvo cerca a los 15 pesos (seamos serios y tomemos solo el blue, que es por el que se tomaban las decisiones).

Ahora bien, hasta acá un resumen muy acotado de lo que fueron estos años, hasta que llegaron Los Salvadores (para vos, TWD). Macri devaluó cuando asumió, lo que claramente se necesitaba, y llevó el dólar oficial casi a 15 pesos. O sea, blanqueó el dólar blue pero, desde que sucedió esto, tuvimos una inflación acumulada de mas del 50%, con lo cual todo ese efecto beneficioso para la economía ya quedó en el olvido porque hoy el dólar está casi en 16. Hoy volvemos a tener un dólar atrasado, y la clase media y alta se siguen dando otro festín de consumo en el exterior.

Lo que tanto esta administración criticó de la pasada, vuelve a suceder. Para que te des una idea, lo que se consume en dólares en el exterior es la mitad de lo que el campo exporta. ¿Te parece lógico? ¿Quién se beneficia? Nuestras fronteras son molinetes de subtes. Todos viajando a reventar las tarjetas y comprar afuera o bien disfrutar. Además, hay récord de importaciones de vehículos de alta gama. La sensación que uno tiene es que hoy el dólar vuelve a estar regalado para muchos y se benefician nuevamente aquellos que tienen la posibilidad de adquirirlos, como pueden ser los beneficiarios de pensiones por discapacidad o los opulentos jubilados. Descarados ellos, que tienen la capacidad de ahorro en moneda extranjera o bien de adquirir medicamentos importados.

Volviendo a la realidad, hoy es momento de atesorar dólares. Obviamente al pequeño contribuyente, ya que hay mejores inversiones, como puede ser el regalo, perdón, rendimiento de las Lebacs, para aquel que tuvo la suerte de llegar a fin de mes y pagar todas sus cuentas y llenar el changuito, y hasta puede que le sobre algún pesito. Lo que creo es que para fin de año vamos a tener un tipo de cambio que rondará los 18 pesos mínimamente, con lo cual, además de ser una reserva de valor y una garantía para este país tan volátil, puede rendirte un poquito más que la inflación esperada para estos seis meses restantes. Por eso, hoy más que nunca, para nosotros los simples mortales, nuestro amigo es el dólar.