El gen viajero

Para algunos individuos, el hecho de cambiar de lugar de residencia aunque sea por un corto lapso significa un esfuerzo que preferirían no hacer, mientras que otros parecen tener siempre una valija preparada y cerca de la puerta.

En alemán se usa la palabra wanderlust para expresar la pasión de viajar por el mundo. En la actualidad está siendo uno de los hashtags (etiqueta) más usados en las redes sociales por aquellas personas que se van de vacaciones y no sienten añoranza por volver a su casa, ni quisieran regresar.

Este hábito moderno ha sido confirmado por recientes investigaciones científicas al afirmar que existen genes que determinan nuestras conductas nómades y le han llamado el “gen viajero”, aquel que despierta el espíritu aventurero y curioso, difícil de controlar y que anima, por ejemplo, a subirse a un medio de transporte no usual y recorrer el mundo.

Los viajes han marcado el poblamiento de la tierra, pero los viajes turísticos no existen desde que el hombre es hombre. El turismo se consolida como una actividad humana a partir de la Revolución Industrial (siglo XVIII) en el continente europeo, y asume las características modernas como fenómeno social en la segunda mitad del siglo XX, con el turismo de masas.

En su primera etapa de desarrollo, el turismo se caracterizaba por las deficiencias propias de los servicios necesarios para el traslado y los viajes se transformaban en una tortura para una clase acomodada que podía permitirse hacerlo por caminos sin mantenimiento y transportes deficientes. La otra parte de la población nacía, vivía y moría en un mismo lugar por generaciones y solo algunos aventureros se atrevían al ejercicio riesgoso de viajar. En las sociedades modernas con todos los avances tecnológicos y los logros sociales que permitieron las vacaciones pagas, gran parte de los ciudadanos disfruta de la posibilidad de viajar por turismo.

En recientes publicaciones de la Organización Mundial del Turismo se dio a conocer que la cifra de viajeros internacionales (cantidad de arribos) en el año 2016 fue de 1.235 millones, un 3,9% más que el año anterior. Esto confirma el poder de resistencia del turismo a las dificultades sociales, políticas y económicas que afectaron a los destinos turísticos mundiales, sobre todo en el tema de seguridad. El turismo mantiene un continuo crecimiento con algunas altas y bajas desde 1950 hasta la fecha.

¿Todos tendremos el gen viajero? Sin duda cada uno de nosotros conoce en su derredor personas que no son amantes de los viajes ni de trasladarse por mucho tiempo fuera de su casa. Casi a finales del siglo pasado se llevan a cabo las primeras pruebas de un gran estudio genético a cargo del sociólogo Chuansheng Chen, de la Universidad de California, en Estados Unidos. Según este científico, la pasión por viajar está implantada en el ADN humano desde tiempos remotos y se lo ha denominado 7r. Este gen se relaciona con los niveles de dopamina, un nuero transmisor del placer y, según David Dobbs, Investigador del National Geographics, logra en las personas que “acepten mejor el movimiento, los cambios y la aventura, y también se siente mayor afinidad para tomar riesgos en cuanto a nuevas ideas, comidas, relaciones, drogas o en el terreno sexual”.

Se considera que solamente un 20% de la población mundial posee el gen viajero y que el 80% restante conforma el segmento más estable y tradicional, cuyo común denominador sería una cultura sedentaria opuesta al estilo de vida nómade de los que lo poseen. El profesor Chaunsheng Chen afirma que “es más probable que el gen esté presente en las sociedades modernas que están constituidas por las personas que emigraron desde África hace miles de años atrás”. Las grandes migraciones que marcaron la ocupación de la tierra se hicieron por necesidades compatibles con la supervivencia humana, en la búsqueda de mejores tierras para vivir o movidos por la ambición de conseguir fortuna, mientras que hoy en día los viajes de los exploradores están motivados por el deseo de conocer más allá de la línea del horizonte.

Otros investigadores han alzado su voz para explicar que el tema es más complejo que lo anunciado. El genetista Kenneth Kidd, de la Universidad de Yale, EEUU, considera que el 7r por sí solo no explica el comportamiento explorador de una parte de la sociedad, que no se puede aplicar solamente a la motivación el espíritu explorador, sino a la capacidad que nos brindan nuestras propias herramientas. Piernas ligeras, manos hábiles y cerebro inteligente crean exploradores turísticos en el mundo actual.