El líder como motor del cambio

Por Lic. Fernanda Grimaldi,
Directora de Lindo Comunicación.
Especialista en Comunicación y Coach Ontológico

La gran complejidad del mundo laboral y la innovación generan diferentes situaciones que requieren diversidad de habilidades, altos niveles de conocimiento, respuestas rápidas y adaptabilidad. Y es a través de los equipos donde se pueden desarrollar todas estas características.

El equipo es una unidad simple, quizás la más simple dentro de una organización después de la persona. Sin embargo, no todo grupo de personas que se reúne con regularidad puede ser considerado un equipo. Es decir, todos los equipos son grupos, pero no todos los grupos son equipos.

Autores como Katzenbach y Smith, sostienen que los grupos son equipos cuando un conjunto reducido de personas con capacidades complementarias tiene un propósito común y objetivos compartidos de los que son mutuamente responsables. Desde mi experiencia las cuatro características que constituyen un verdadero equipo son: una tarea y objetivo común, límites claros respecto a quién forma parte del equipo, una autoridad clara, estabilidad en el tiempo y confianza. Por eso la primera responsabilidad de un directivo al crear un equipo es usar su prudencia para evaluar si la tarea es apropiada para un equipo y si el objetivo que persigue se logrará realmente mejor a través de la acción interdependiente de cada uno de sus miembros.

Como la primera meta de un equipo es ser competentes, por eso deben obligarse a contar con capacidades que le permitan alcanzar un alto desempeño de manera regular. Y para que ese nivel de excelencia pueda sostenerse en el tiempo hará falta algo más que un conjunto de habilidades. Se necesita contar con libertad, actitud, paciencia, madurez, humildad, afecto e inspiración.

Sin lugar a dudas es fundamental comprender qué significa dirigir un equipo de trabajo. Dirigir, incluye mandar pero es mucho más que dar órdenes. Implica convencer y para ello se debe conocer a la organización, al propio equipo, a la competencia, tener ideas, planificar, motivar, reforzar la cultura. Se terminó la época en que las personas tenían que hacer las cosas a la fuerza, porque sí, sin entenderlas, sin saber para qué. Los Gerentes no han perdido la autoridad sino que ha cambiado la manera de conseguir que los colaboradores hagan lo que cada organización necesita.

Tal como afirma David Brojt, ”un proyecto se integra con tres elementos: el primero es la gente, el segundo es la gente y el tercero es la gente”.

Es por ello que mejorar las competencias, la interacción y el ambiente general del equipo para lograr un mejor desempeño del proyecto es tan importante. Los líderes deben adquirir las habilidades necesarias para identificar, conformar, mantener, motivar, liderar e inspirar a los equipos para que logren un alto desempeño y alcancen los objetivos del proyecto.

Y quien tenga la responsabilidad de desarrollar el equipo de trabajo deberá trabajar en distintos planos. En primer lugar tendrá que abordar la conformación inicial del equipo para lo cual se deben realizar reuniones de puesta en marcha, talleres y capacitaciones. Posteriormente se buscará mediante la motivación individual, la fijación de metas y otras estrategias para generar ese espíritu de equipo que resulta clave en el logro de los resultados.

Es probable que como los equipos están conformados por individuos diferentes aparezcan dificultades que pueden ser técnicas, económicas, culturales, educativas, diferencias de intereses o de forma de trabajo, estrés. El conflicto es parte de la realidad de cualquier equipo. Por ello también debe llevarse adelante una gestión de conflictos exitosa de modo de alcanzar una mayor productividad y relaciones laborales positivas. Ayuda disponer de normas de grupo y prácticas como la planificación de la comunicación y la definición de roles. Si se manejan apropiadamente, las diferencias de opinión son saludables y pueden llevar a una mayor creatividad y a una mejor toma de decisiones.

Motivar constantemente proponiendo desafíos y ofreciendo oportunidades, suministrando retroalimentación y respaldo a través del reconocimiento y la recompensa al buen desempeño es clave. El alto desempeño del equipo puede lograrse mediante el desarrollo de la confianza entre los miembros del equipo, la gestión de conflictos de manera constructiva y promover la toma de decisiones y resolución de problemas en conjunto.

La función del líder es fijar el rumbo, tener en claro a dónde se quiere ir, qué hay que hacer y qué se tiene que saber para poder hacerlo. Para ello es imprescindible determinar qué se espera de cada una de las personas que trabaja en el equipo y conocer qué capacidades necesitan para llegar a desarrollar todo su potencial.

Menuda responsabilidad y desafío implica ejercer y abordar de manera consciente, comprometida el liderazgo bien entendido. No solo requiere preparación y aptitudes sino también una clara vocación y orientación a las personas además de los procesos. Cuando eso no está nada de lo que se proponga logrará tener sentido ni aportará valor en el largo plazo. Difícil pero no imposible.