El partido de la educación

Esta semana ¡comenzaron las clases! Y lo que debería ser un festejo o al menos sinónimo de alegría, entusiasmo y demás actitudes motivacionales para contagiar a nuestros niños… no lo es. Primero, porque no todos comenzaron y, segundo, porque el reclamo docente nos hace caer en la cuenta de la cancha en la que estamos parados. Dejando de lado las ciegas posturas, el análisis es más profundo aún. No olvidamos desde aquella “carpa blanca” que marcó terreno enfrente al Congreso de la nación, los innumerables y justos reclamos, hasta el día de hoy. Y se ha escuchado de todo por estos días, diversidad de opiniones. Lo que no podemos justificar es la crítica sin análisis, desprendida de todo concepto social. La directora de una escuela pública local no dejó de mencionarlo en su discurso de bienvenida: “Entendemos las diferentes opiniones en esta lucha docente, incluso el no estar de acuerdo con la medida de fuerza, pero repudiamos la crítica hacia nuestras profesiones y vocaciones”. ¡Claro que la comprendo, señora directora! Porque este partido lo perdemos todos. ¿Por qué confrontar vocación con reclamo de mejoras? ¿Defendemos realmente la educación pública? Incluso hasta podríamos ofrecer opciones, ideas, pero no crítica. Las luchas sociales que han determinado mejoras en procesos económicos han estado siempre impulsadas por gente con convicciones, no han sucedido por inercia. Y todo este debate que divide, además, corre el eje del verdadero y profundo cuestionamiento: ¿cuánto invierte el Estado en Educación? ¿Es prioridad, como hemos visto mencionar en campaña electoral al mismo presidente Macri? ¿Cuál es el porcentaje de gasto en Educación versus gasto político, dentro del gasto público general? Este es un análisis de macroeconomía que quizás debiéramos empezar a estudiar todos los ciudadanos argentinos para establecer primero dónde estamos parados y luego a dónde queremos ir, en vistas de un año electoral. Preguntarnos cuánto gasta el Estado en sueldos, viáticos y demás gastos políticos, u otras áreas que podrían reducirse para ampliar los fondos que se destinan a Salud, Seguridad y Educación quizás nos ayude a definir el rumbo de un país serio y confiable. El día en que los políticos trabajen por vocación, cobren sueldos de educación y que la educación despierte la misma pasión que el fútbol en Argentina quizás logremos ganar el mejor partido de todos.