El predador y su presa

Todas las piezas del universo están relacionadas.

En nuestro planeta vivo el equilibrio sólo se logra si la energía fluye de un organismo a otro u otros y, de esa manera, se forman redes que mantienen a los ecosistemas en funcionamiento. El mecanismo que hace posible este fenómeno es la alimentación, es decir, la incorporación de nutrientes. Así se forman las redes alimenticias, que son redes de flujo de energía, la energía que hace de un sistema un todo en equilibrio.

En nuestras salidas al campo, recorriendo los caminos rurales nos encontramos con una biodiversidad maravillosa. Vemos a las plantas en sus distintos estados a lo largo del año, con hojas, sin ellas, en flor, con frutos, visitadas en una estación por algunas especies de aves e insectos y en otra temporada por otras especies. A los animales los vemos a veces relajados al cobijo del viento, o tomando sol en una tarde de invierno, al resguardo del sol del verano en las horas del mediodía, riñendo entre ellos por un trozo de comida o por quién sabe qué razones, comunicándose con vocalizaciones diversas, cazando, comiendo, copulando, observándonos, decidiendo, y, a veces, muertos, como recordándonos que ofrecen su cuerpo a la madre tierra, a los carroñeros para ofrecerles su energía escondida. A la sensibilidad y el ojo atento de un observador de la vida silvestre cada uno de estos momentos es único, valioso e invalorable. La emoción es el regalo que traemos de vuelta a casa a veces oculta en nuestra cámara y esperando a ser compartida; otras veces, guardada quizás para siempre en nuestra memoria.

La foto muestra a un adulto de taguató común, por estos días muy visto en nuestros caminos rurales. Su nombre científico es Rupornis magnirostris. Por suerte es una especie no amenazada, de unos 35cm de pico a cola. Es gritón y suele moverse en pareja. Cría en primavera haciendo un nido tipo plataforma con palitos y recubierto internamente con ramitas más finas, hojas, pasto verde, líquenes y helechos, en el que pone tres huevos blancos con manchas lilas y castañas. Se posa sobre postes y árboles de poca altura. En cuanto a alimentación, que es lo que nos entretiene hoy, es muy oportunista. Atrapa roedores, pero también anfibios, serpientes, insectos y arañas. Caza al acecho esperando en una percha o volando sobre el follaje o pajonales para sorprender a la pieza, todos animalitos que no resultan muy amigables a los humanos y así controla sus poblaciones y hace de nuestro entorno un lugar más “cómodo” para vivir y disfrutar.

Fuente: Aves Argentinas, Guía de Campo Digital