Desde hace unos años, se está trabajando cada vez más con acompañantes terapéuticos.

¿Pero qué es lo que hacen? Tomando una definición, de manual, podemos decir que el acompañamiento terapéutico surge como recurso de la intersección entre la psiquiatría y el psicoanálisis, al mismo tiempo que de sus bordes, como límite del saber que estos recortan, y del dispositivo del consultorio.

Representa entonces una práctica que surge con relación a la atención de casos de pacientes denominados “límite”, así como respecto del límite que ofrecen los tratamientos convencionales frente a determinados casos de difícil abordaje.

El acompañamiento terapéutico es una práctica de y en la salud mental. También es un dispositivo de abordaje ambulatorio que se implementa en situaciones de crisis o emergencias de un sujeto, la cual está inserta dentro de un equipo de salud interdisciplinario (médico, psiquiatra, psicólogo, asistente social, abogado, neurólogo, terapista ocupacional, enfermera, entre otros).

La práctica o dispositivo no puede desarrollarse dentro del equipo de salud pero sí necesariamente ésta tendrá que producirse siguiendo los lineamientos establecidos por el equipo adaptando los criterios profesionales a estrategias propias del acompañamiento terapéutico.

En varios casos pueden ser requeridos. Por ejemplo, acompañando en transiciones, cuando una persona que sufre de adicciones sale de internación y debe volver a vivir en su hogar; debido a la complejidad del caso, es el acompañante quien podrá ayudarlo en la nueva rutina. Puede escuchar y contener al paciente, incentivar ciertas actividades y/o disuadirlas. Invita al paciente a reflexionar,busca información, puede funcionar como operador terapéutico entre el paciente y la familia actuando de moderador, también puede acompañar las primeras salidas después de una internación. Pensemos que las mismas funciones pueden ser requeridas en otros tratamientos, como para niños con autismo, o personas de tercera edad con alguna patología que le impida realizar ciertas actividades, y necesite un acompañamiento. Se busca, brindar a los pacientes la posibilidad de apropiarse de su cuerpo, de su voluntad, de su espacio y posibilitarle un nuevo intercambio social.

En algunos casos se trabaja también con más de un acompañante; siempre es en relación con la particularidad del caso. Todos los integrantes del grupo terapéutico deben estar al tanto de las novedades, cambios y o variables para el paciente. Esto es modificaciones en el esquema de medicación, aparición de posibles actitudes auto hetero agresivas o cambios a la cotidianidad, como ausencias, viajes, mudanzas, embarazos, peleas, etcétera. Por lo tanto, es información relevante el conocimiento inmediato de factores puede echar a la luz sobre variantes variaciones en la conducta.

La labor del acompañante terapéutico se debe adaptar a las características, necesidades y situaciones de cada paciente. Por eso se desempeña en los distintos ámbitos en donde se encuentre el sujeto, ya sea en el domicilio, vía pública o en instituciones. La persona conlleva en su singularidad, su situación familiar, el problema que está atravesando y la situación social en que se encuentre son un caso distinto. No porque esté diagnosticado con el mismo problema que otro paciente, significa que se debe tratar igual a otro; por todo esto se habla del trabajo caso a caso.

En la actualidad, es una profesión pujante, necesaria para hacer frente a distintas patologías, donde el psicólogo por sí solo, o con el psiquiatra, debido a los límites que presenta su profesión, en cuanto al tiempo que ven a los pacientes, no pueden acceder a muchos aspectos de la vida de este. Allí trabaja el acompañante con el paciente en el día a día. Tratando de que vaya cumpliendo con las pautas, acompañándolo, conteniéndolo, lo escucha sin ser el psicólogo. Su tarea será justamente re-traducir, acompañar, contener, suavizar, fortalecer y complementar en la vida cotidiana los abordajes institucionales. Puede evitar las recaídas e internaciones crónicas.