Los destinos turísticos de sol y playa se preparan para enfrentar una temporada con muchas dudas pero con esperanzas de poder mitigar la desesperante situación dejada por la pandemia Covid 19, aunque sin certezas sobre su desarrollo y evolución.
Parecería que la pandemia en Argentina se encuentra en un proceso de retirada. Los datos oficiales muestran cerca de 1.000 casos de contagios diarios en el país y con una baja significativa en la cantidad de fallecidos. Sin embargo la pandemia ha generado una crisis económica profunda y un cambio en el comportamiento de la sociedad.
En estos dos años hemos pasado por diferentes etapas: en su inicio, prevención para evitar el virus; luego mitigación para controlar su expansión; seguidamente el comienzo de una salida con restricciones y, por último, apertura con protocolos y con evaluación de riesgo de rebrotes, por la llegada de nuevas cepas del virus, que pueden implicar volver a etapas de prevención y mitigación. Un regreso anunciado pero que deberemos tratar de evitar.
Esta es la realidad de la actividad turística frente a la nueva temporada de verano. Una realidad que presenta muchas disyuntivas y pocas respuestas. Estamos frente a un proceso que va construyéndose en el día a día, sin muchas certezas.
¿Quiénes serán nuestros clientes? ¿Qué necesitan para motivarse a viajar? ¿Qué tipo de preferencias tendrán? ¿Estaremos preparados para satisfacerlas? ¿Hay esperanzas para creer en una buena temporada?
En el marco de un contexto actual que no nos favorece, algunas consultoras como Singerman & Makon (2020) han realizado estudios que nos brindan tendencias sobre los viajes y viajeros post pandemia.
La primera tendencia tiene que ver con la planificación del viaje y la elección del destino. Por un lado las encuestas muestran una preferencia por destinos turísticos alternativos, que permitan un contacto mayor con la naturaleza y con menor volumen de arribos en la temporada.
Por otro lado también se observa en los buscadores de ofertas de viajes que los destinos tradicionales y masivos están siendo muy solicitados, poniendo en evidencia otro factor desencadenado por la pandemia: la menor disponibilidad de un plus para usar en los viajes de ocio y/o la incapacidad de endeudarse recurriendo al crédito. Posiblemente otro sector de la población pudo haber logrado aumentar su capacidad de ahorro, forzado por el aislamiento social, ahorro que estaría disponible para la compra de bienes o servicios
Los expertos plantean la siguiente cuestión “¿La voluntad de viajar, entrará en colisión con la necesidad de cuidar los ingresos, para recuperar solvencia financiera?”.
La respuesta la podemos encontrar en la misma pandemia. Este periodo de nuestra historia ciudadana ha sido tan fuerte, angustiante y doloroso que la oportunidad de viajar se ha transformado en un símbolo de recuperación de un espacio de libertad, de la vuelta a la normalidad tan añorada por todos.
Un elemento clave para la reactivación de esta actividad en los próximos meses viene de la mano de la seguridad que brindan los protocolos sanitarios, implementados en cada municipio para proteger tanto al personal que presta servicios como a turistas. Los protocolos constituyen una serie de recomendaciones sanitarias y pautas de atención para la prestación de servicios turísticos en alojamiento, gastronomía, actividades recreativas y agencias de viajes, con la finalidad de fortalecer la cadena de valor del destino ante la mirada del viajero. Evidentemente el hecho de poder garantizar la seguridad sanitaria será la clave para promover los viajes turísticos.
Es un tiempo para reformular las propuestas desde los prestadores turísticos para que se adecuen a un colectivo social con ansias de viajar y afectado con la disminución en sus ingresos.
Es un tiempo de oportunidades para generar una fuerza laboral competitiva, que permita posicionar mejor a las empresas y destinos a través del capital humano: ser artesanos del buen trato.
Una temporada se acerca que será única e irrepetible, con dudas, sin certezas y con renovadas esperanzas.