Epigenética o tu ADN no es tu destino

Los compositores de música componen piezas musicales únicas e irrepetibles, tan únicas e irrepetibles como lo es cada ser vivo.

Un creador musical expresa su creación en símbolos que según cómo sean escritos conforman una partitura de cada una de las infinitas piezas musicales que puedan crearse. Sin embargo, cada intérprete le imprime su sello propio y hace de ella una interpretación diferente.

Así, todos y cada uno de los seres vivos tenemos nuestra “partitura genética” conformada por las bases simbolizadas en cuatro letras –A, C, T, G– que, según su secuencia en los distintos cromosomas, nos hacen únicos y, se creía hasta hace poco, destinados irremediablemente a ser lo que ellos nos marcan. A lo largo de los últimos años se ha evidenciado que esta visión era incompleta, la ciencia está revelando ahora cómo se “interpreta” nuestra partitura genética, y parece que la ejecución de esta partitura puede cambiar de forma drástica, aun entre generaciones, según sea el ambiente en que nos toca o elegimos para vivir, casi podríamos decir, según la orquesta en la que nos alistamos. La regulación epigenética (más allá de los genes) estaría a cargo de la adaptación al ambiente mediante la plasticidad de los genes para generar distintos individuos ante las diferentes condiciones ambientales. La influencia de la epigenética está presente desde el momento de la fertilización del óvulo y del período fetal y actúa prenatalmente y a lo largo de toda la vida.

El ambiente intrauterino, la alimentación materna, las señales moleculares de ritmos circadianos, las señales nutricionales, los factores psicosociales, los hábitos y los estilos de vida y el conjunto de estímulos ambientales son aspectos que generan cambios epigenéticos que pueden, a veces, ser transmitidos a la descendencia o incluso a terceras generaciones. Varios estudios de poblaciones humanas han demostrado que el “estilo de vida” de los abuelos puede tener consecuencias fenotípicas en sus nietos. Estos efectos generacionales no han podido ser explicados por mutaciones genéticas, por lo que pueden estar relacionados con la herencia epigenética, más allá de los genes.

Referencia bibliográfica: www.revactamedicacentro.sld.cu, 2015