¿Es bueno tener discusiones con la pareja?

Quizás algunos leyeron el título y pensaron que la respuesta lógica es no. Porque tiene mala prensa la palabra discutir. En algunas ocasiones, hay gente que dice: “No me gustan las discusiones”, o “prefiero no discutir.

Pero discutir es intercambiar palabras, opiniones, maneras de pensar. La definición es: examinar y tratar entre (varias personas) un asunto o un tema proponiendo argumentos o razonamientos para explicarlo, solucionarlo o llegar a un acuerdo acerca de él.

No tiene por qué ser una situación violenta o que genere molestia. Hay que aprender a dialogar, expresar de manera tranquila qué cosas nos molestan, o sentimos que nos incomodan en relación a cómo van las cosas. No hace falta que sean cosas que nos hagan mal; puede ser lo que queremos modificar, y pensamos que sería mejor de otra manera. Pero que, si no se habla, tiene posibilidades de volver a ocurrir otras veces, y nos generará nuevamente molestia.

Una buena pregunta sería cómo empezar a hablar de algo que nos incomoda, (molesta o queremos modificar). En principio, tratar de no estar enojados, y pensar muy bien lo que se quiere expresar. Algunas veces, cuando se habla estando enojado se dicen cosas para lastimar al otro, y sin pensarlas mucho. Esto no debe suceder, debemos pensar qué decir y cómo decirlo. Como decía Aristóteles, somos esclavos de nuestras palabras, y amos de nuestros silencios… Entonces debemos pensar mucho lo que decimos, si no, nos podemos encontrar con un reclamo de mucho tiempo, donde nos digan: “Pero vos dijiste…”.

Otro punto a tener en cuenta es que se trata de un diálogo, no un monólogo. Tenemos que estar abiertos a lo que la otra persona nos quiera decir. Escucharlos, y tratar de tener empatía, ponernos en sus zapatos. Pensar cómo me sentiría yo en su lugar, y también tratar de que comprenda cómo nos sentimos. Hay algo que muchas veces olvidamos: la otra persona es… otra persona; por más que nos conozca, no sabe lo que pensamos y sentimos en todo momento.

Dialogar, plantear conflictos o puntos que vemos como conflictivos. Tener en vista al otro, pero también intentar que, una vez hablado y aclarado, quede superado… no guardar rencores, tratar de pensar que se solucionó, no que sigue entre nosotros, ni lo que pasó. Esto no suma. En conclusión, sería no guardar rencores.

Intentar observar qué aportamos nosotros para que se dé esa situación. O sea, una pareja son dos personas. Que hacen o dejan hacer… Si podemos cuestionarnos o consultarlo, es un avance y una forma de prevenir que suceda en alguna vez futura.

Si se cometen errores, reconocerlos, y aceptarlos en forma madura, no tratar de ganar ventaja, adjudicándole al otro la responsabilidad cuando sabemos que la culpa es de uno. Es parte de crecer reconocer los errores, cuidando la pareja.

Espero que estas reflexiones generen otras, en torno a cómo hablar con nuestros seres queridos, llámense parejas en este caso, pero también hijos, padres, amigos, etc.

Un apunte final: recordar siempre que somos personas distintas, quizás con diferentes costumbres, familias e historia de vida. Lo que nos iguala es que compartimos el amor, y hablo de ese amor puro, que busca la felicidad propia (¡no pensemos que el amor es desinteresado, queremos ser correspondidos!), donde también queremos ver al otro feliz. Si tenemos eso, hablemos y actuemos si deseamos seguir teniéndolo.