¿Es cierto que la risa siempre es sinónimo de salud?

Por Silvia Lamarca, Lic. en psicología

Hace unos años escuché a un médico muy prestigioso dar una explicación científica sobre lo que la risa provoca en el organismo. Obviamente no puedo reproducir exactamente sus palabras. Pero si comprendí algo que me impactó por lo extraordinario y lo simple a la vez de conseguir. El doctor dijo que en cualquier caso en una sonrisa o simplemente una mueca en los labios, se mueven en el rostro humano más de 80 músculos lo que provoca una reacción química pro desinflamatoria en el organismo, lo cual alivia síntomas ya existentes y evita que se produzcan enfermedades, a veces graves. Entonces se puede decir que su correlato casi instantáneo es el bienestar, en el cuerpo, en la mente, en el estado de ánimo y en las relaciones interpersonales. Cuando entramos a un lugar, a nuestro trabajo, a casa, a un negocio, cuando nos encontramos con alguien, y en nuestra cara se dibuja una sonrisa lo más probable es que la persona que nos recibe reaccione bien. O sea que la sonrisa le hace bien a quien la ofrece y a quien la recibe.

Y un ejemplo de lo que genera una sonrisa, se evidencia claramente, en la película Patch Adams (1998) cuyo actor principal es Robin Williams, basada en la vida del Dr. Hunter “Patch” (Parche) Adams. Es un estudiante de medicina que durante su residencia en el hospital visita a los pacientes internados, en su mayoría con enfermedades graves, tanto niños como adultos. Cuando entra en las habitaciones se coloca algo parecido a una nariz roja, como la que usan los payasos y se ríe, hace bromas, gestos, piruetas y utiliza elementos que encuentra en las salas del hospital para hacer divertir a esas personas que lógicamente están muy tristes, y logra que por un rato sus enfermedades dejen de ser el foco, para reírse, divertirse y mientras tanto mejorar su salud física y mental o al menos hacer menos doloroso el proceso.

Hay diferentes tipos de sonrisa.

Hace tiempo vi la película Joker o Guasón, un personaje del comic que todos conocemos. El mismo nombre lo dice, Joker, bufón (el que se ríe). Antiguamente, los bufones eran los que divertían a los reyes haciendo chistes o contando historias graciosas, aún sin tener ganas de hacerlo. En el caso de esta película, el personaje tenía una risa incontrolable que trataba de evitar hasta casi ahogarse, porque la consideraba una enfermedad y lo hacía sentir miserable. Se reía en los momentos menos indicados y a veces los más dramáticos. No sabe quién es, siente que no tiene una vida propia y piensa mucho en la muerte. Pero a pesar de todo quiere encontrar una razón para creer en algo o en alguien. Siempre fracasa en su intento porque vive en una realidad paralela a la realidad de todos los días que es terrible para él. Espera que algo irreal lo salve, o proteja y lo haga triunfar. Finalmente llega a la televisión, siente que lo ha logrado y, después de generar un hecho trágico, se ríe. Esa risa no es incontrolable, es una risa en donde aparece su verdadero yo. Es puro goce (placer patológico). La risa como sinónimo y parte de los síntomas que constituyen una gravísima enfermedad mental.

En una serie muy interesante, Black Mirror, el tema central del capítulo “Caída en picada”, de la temporada 3, es la tremenda influencia que tienen las redes sociales en muchas personas, hasta tal punto que las determinan absolutamente en sus acciones, por ejemplo, para qué y cómo sonreír. Al encontrarse con el otro en forma personal o virtual desde el celular, la sonrisa aparece automáticamente. En los casos que allí aparecen ocultaban vidas muy infelices, vacías, sin otro objetivo que verse estupendos delante de los demás. Esto les otorgaba un puntaje instantáneo, lo que provocaba la sensación de éxito absoluto o fracaso y desilusión y una baja autoestima importantísima.

Por supuesto, es un ejemplo algo exagerado pero muestra una realidad de lo que provoca la mirada de los otros y la sonrisa o no, que nos proporciona el otro.

A todos nos puede ocurrir que un comentario desfavorable en las redes o en la vida cotidiana, nos enoje o nos sorprenda, nos impacte negativamente y nos quite la seguridad en nosotros mismos y la capacidad de reírnos con los demás y a veces de nosotros mismos, por haber permitido que nos afecte de tal manera.

Como conclusión puedo decir que reír nos hace bien desde todo punto de vista, nos cambia el estado de ánimo, nos permite relacionarnos de una mejor manera con los demás y lo que vuelve, también es mucho mejor.