Festejos religiosos, semana por medio, de la comunidad boliviana

Enviado por el equipo de comunicación de la parroquia Ntra. Sra. de la Paz

Agosto es un mes particularmente activo en celebraciones para la comunidad boliviana.

A la fiesta de la Virgen de Urkupiña, de la semana pasada, de inmediato se suma la de san Bartolomé, también conocida como de los Chutillos. Como las otras de la colectividad que se suceden en el año, ambas son muy coloridas y espectaculares.

El mes pasado, en julio, el agasajado en el marco de la tradición aymara había sido Santiago el Mayor, integrante del grupo de discípulos más cercanos a Jesús y uno de los primeros mártires de la Iglesia Católica.

Había sido declarado primer santo patrono de Potosí, junto al Santísimo Sacramento del Altar y la Virgen de la Concepción.

Debido a la mezcla de antiguas culturas indígenas y tradiciones del catolicismo, Bolivia acoge una gran variedad de celebraciones. Pone especial énfasis en los trajes, máscaras y bailes.

Ahora le tocó a San Bartolomé, uno de los doce apóstoles de Cristo que predicó el Evangelio después de la Ascensión del Señor.

En el Evangelio de Juan, donde no aparece con el nombre de Bartolomé, muchos eruditos lo han identificado con Nathanael (que significa “regalo de Dios”).

En el altiplano, la fiesta pagana-religiosa queda para fin de mes, con las visitas a la localidad de La Puerta, donde San Bartolomé luchó contra un demonio a quien los indígenas rendían culto a cambio de favores.

San Bartolomé no concibe la santidad como un hacedor de milagros. Ni deslumbrando a otros con hazañas extraordinarias. Sino que dedica la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar más a Jesucristo, a propagar su santa religión, a tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

En Valeria, la comunidad boliviana concurrió el miércoles 24 a las 17.30 a la capilla San Francisco Solano para compartir la misa dedicada a su patrono.

El domingo pasado, la parroquia celebró con el grupo de catequistas su día, que así fue instituido en homenaje al papa San Pío X, el de la eucaristía.

Este agente de pastoral ejerce una verdadera y auténtica vocación en la comunidad cristiana.

Acompañantes y pedagogos “anuncian el evangelio principalmente con su vida, con mansedumbre, con un lenguaje nuevo y abriendo caminos nuevos”, destacó Francisco.