Mientras la ordenanza demora en ser creada, las aguas no se han aquietado del todo. Los gastronómicos no se olvidan de lo ocurrido durante el último festival de cine, mientras el gobierno trata de generar condiciones que lo alejen de la polémica.
La novela entre la Secretaría de Turismo y la Asociación Empresaria, Hotelera y Gastronómica (AEHG) tuvo un capítulo más esta semana, cuyo escenario fue el Honorable Concejo Deliberante de Pinamar. A través de las diferentes gestiones, tanto de uno como de otro, entre amores, odios y medios tiempos, la relación entre el Estado y los empresarios turísticos pinamarenses siempre tiene algo para contar.
A raíz de los reclamos hechos por la institución que nuclea a los sectores productivos privados de Pinamar y surgidos por la instalación de unos cuantos foodtrucks en el espacio público de Marco Polo y Av. Bunge, los concejales los convocaron para hablar del tema y del proyecto de modificación de la ordenanza que regula esa actividad. Pero hete aquí que desde la Secretaría de Turismo también se requería a los ediles, puesto que para el próximo fin de semana largo (feriado puente, del 30 de abril al 1 de mayo) se pretende instalar una feria estilo kermese en el espacio de La Piña (Av. Bunge y Camino de los Pioneros), con juegos, entretenimiento y foodtrucks para que la gente pase el día en familia, por lo que se requiere de la aprobación en el HCD.
La AEHG comenzó explicando que la idea es modificar la ordenanza de foodtrucks (5128/17), en primer término para que ya quede establecida, no como una prueba sino para ser utilizada siempre, y propone en la modalidad “feria gastronómica itinerante” limitar la ubicación de éstas a una distancia no menor a 600 metros de cualquier establecimiento gastronómico, que no coloquen cartelería, ni toldos ni mesas, a menos que sea a modo de patios de mesas, y, además de otras cuestiones técnicas, finalmente sugieren que no se puedan emplazar más de diez foodtrucks por evento.
La voz de Turismo se hizo sentir enseguida: planteó que la idea de estos eventos gastronómicos es promover que la gente vaya, se quede y disfrute en familia. Por otro lado, y en función de los reclamos que se hicieron escuchar a través de diferentes medios de comunicación, el director de Turismo, Juan Pablo Fuentes, aclaró que, en el caso de Blood Window, no se incumplió nada, ya que se pidió una excepción a la ordenanza, abriendo de esta manera la puerta para el debate que estaba latente después del evento. Desde la AEHG, Matías Melia planteó que la ordenanza de foodtrucks no tomó en cuenta una ordenanza anterior, que prohíbe la manufactura en espacio público. Pero desde el HCD se le explicó que la norma a la que hace mención no sólo es previa sino que, además, es general, que al crearse la ordenanza de foodtrucks, posterior y particular de la actividad, la anterior deja de tener vigencia en esos casos. Melia, además, acotó que no se les cobró espacio y publicidad, mientras que ellos “reman todo el año”. Pero Fuentes, rápidamente, respondió que todos los foodtrucks instalados en el evento de cine eran de gastronómicos pinamarenses, es decir, vecinos, empresarios locales que también pagan impuestos durante todo el año, y que por hacer este esfuerzo extra se los exime. El director agregó que este tipo de eventos intenta promover escenarios distintos para alentar el turismo, que con contenidos diferentes se puede invitar a nuevos visitantes. Por otro lado, dado que se cuestionó el espacio donde se realizó en Blood Window, se explicó que teniendo en cuenta que iba a venir mucha gente, la idea era juntarla en ese lugar, para que generara un derrame y todos los gastronómicos tuvieran público, algo que, según Fuentes, efectivamente sucedió. En cuanto a las eximiciones, los funcionarios aclararon que los privados aportaron mucho más que lo que hubieran pagado en tasas, ya que el mayor porcentaje de los gastos que demandó el evento fue solventado por los privados que intervinieron.
Sin demasiados acuerdos, pero con la intención de cerrar viejas heridas, desde la AEHG se planteó dejar atrás lo sucedido con el festival de cine y se aclaró que el “norte” turístico estará dado por el diagnóstico que haga la empresa contratada para ese fin. Y que, mientras tanto, la AEHG apoyará el nuevo evento y propuso que se siga trabajando en la definición de la ordenanza de foodtrucks.
Con este cierre, no hay que pensar que el tema queda cerrado, ya que la norma tarda en generarse y es muy probable que un hueco en la reglamentación sea el preámbulo de un nuevo conflicto.