Gari, un arquero completo que ataja y hace goles

Ya lo escribió Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra, un libro memorable para los futboleros: “El arquero está condenado a mirar el partido de lejos”, lo que es lo mismo a decir que es un jugador que no juega; o, tal vez, un triste espectador de lujo, sin butaca.

Convencido de la maldición que carga sobre sus espaldas, Galeano sentenció: “El arquero es el aguafiestas del fútbol”. Y claro, se encarga de tapar goles, su trabajo es deshacer las alegrías. Habló de una maldición que pesa sobre él. Pero en Pinamar hay una excepción a este célebre relato del escritor uruguayo. Se llama Walter Gari, tapa goles y también rompe redes. Porque ya llevaba nueve conquistas en el torneo de la Liga Deportiva Pinamarense, y con su equipo, El Team, está peleando bien arriba, tanto que hoy se estarían clasificando al campeonato nacional de la Confederación Argentina de Fútbol Salón (CAFS).

Gari es uno de los jugadores más representativos que tienen el fútbol y el futsal de Pinamar. Bien conocido por ser el portero del San Vicente, este hombrecito de 170 centímetros se hace gigante cada vez que va debajo del arco. Por si no lo conocen, le dicen el Conejo. Por sus dos paletas, dientes que lo definen, de cuerpo entero. Pero, particularmente, por sus espectaculares saltos, que descuelgan pelotazos imposibles todos los fines de semana. Gari ataja todo lo que le tiran, en cancha grande y chica. Y eso que no nació arquero. De pibe, soñaba con ser jugador. Lo pusieron de cuatro, de cinco, de ocho, de nueve. Pero no encontraba su lugar. Hasta que, un día, fue al arco. Y, de allí, nunca más se mudó. Los tres palos son su techo. Si sale, es para hacer un gol y volver.

Existe una prohibición en el futsal de la CAFS que le impide cruzar la mitad de la cancha. Tampoco puede patear tiros libres, a menos que sea la sexta falta. Así y todo, él se las ingenia para ser uno de los grandes protagonistas del campeonato. El jueves último, le hizo dos goles a Pumas, en el triunfo por 7 a 5. Gari patea los penales. Es el sobresaliente de esta liga. Y todos quieren tenerlo en su equipo. Él ni lo dudó: eligió jugar para sus amigos, El Team, un equipo que surgió de tanto jugar los lunes y los viernes en La Redonda. Y que terminó de consolidarse, asados mediante, en el verano, con la obtención del campeonato de verano de la Lidepi.

“Yo jugué nueve años para Eureka, pero los amigos de El Team me buscaron. ‘Si ganamos el torneo, sigo todo el año’, les dije y bueno. Así fue”, dice Gari, que ya acumula una vasta experiencia en el fútbol de la liga de Madariaga, atajando para Atlético Villa Gesell (obtuvo dos títulos) y San Vicente, recogiendo los guantes del histórico Mariano Molina. “Me gusta hacer goles y que no me conviertan. Mis ídolos son los arqueros que juegan bien con los pies, como Carrizo, el de River. Empecé atajando porque mi viejo me mandó al arco. Y hoy estoy feliz. La verdad es que prefiero que me peloteen porque si no me aburro; aunque, de vez en cuando, tampoco está mal que no te lleguen”, comenta Gari, que de pibe supo ser sondeado por Independiente de Avellaneda, y luego por Pinocho, en el futsal, cuando defendió los colores de IOP Villanueva, de Ranchos, para jugar los nacionales.

“Ojalá podamos clasificar al Nacional de la CAFS, pero lo cierto es que no sé si vamos a poder juntar los fondos para viajar a Esquel”, completa Gari, un joven experimentado en lo suyo. Tanto tiempo custodió el triunfo, que aprendió algunas cuantas mañas. Una de ellas, por ejemplo, es atajar sin guantes. Claro, sus manos valen más que cualquier protección extra. Y sus goles, gritos de alegría, desafían hasta al mejor de los escritores.