Give me the money!

No arrancaron las clases. Perdón, no arrancaron las clases para los que no pagan por la educación. Desigualdad número uno. El que paga tiene derecho a educarse, ¿y el que no? También. Por lo menos desde la teoría.

Hay mucho que analizar en tan pocas palabras, pero mi primera reflexión es que tenemos que mandar a los sindicalistas a trabajar con Trump al muro. No queda otra. Los dejamos allá. Podríamos hablar solamente de los representantes de los gremios docentes pero, luego de lo que vivimos el día martes con los incidentes que generaron los simios de la CGT y afines, no podemos obviarlos. La historia marca que el error acá no fue conceptual. Luego de la revolución industrial, el mundo necesitaba que la mano de obra se organizara para que no los siguieran explotando en los talleres de Juliana. En el siglo XVIII (dieciocho si transitaste la escuela pública en la década ganada), surgieron los primeros movimientos en nuestro país y, muchos años más tarde, The Great General les dio más derechos y ya conocemos cómo terminó la historia. Ahora bien, conceptualmente estuvo bien, el problema es que los que lideraron y lideran los sindicatos son el fiel reflejo de una mezcla de El Padrino y Zoolander.

Volviendo al tema de la educación, mi análisis tiene tres partes. La primera, y creo que la más importante, es que debemos entender el rol de la educación en el desarrollo de un país. La educación siempre ha sido importante para el desarrollo, pero ha adquirido mayor relevancia en el mundo de hoy, que vive profundas transformaciones, motivadas en parte por el vertiginoso avance de la ciencia y sus aplicaciones, así como por el no menos acelerado desarrollo de los medios y las tecnologías de la información. Hoy todo fluye más rápido y las cosas se necesitan para ayer. En las economías modernas el conocimiento se ha convertido en uno de los factores más importantes de la producción. Las sociedades que más han avanzado en lo económico y en lo social son las que han logrado cimentar su progreso en el conocimiento, tanto el que se transmite con la escolarización, como el que se genera a través de la investigación y el desarrollo. Debemos profesionalizar a la sociedad, empezando por los políticos. Teléfono para Iván y funcionarios.

La otra parte del análisis es el rol que juega el sindicalismo en este conflicto. Si bien todos los representantes de los trabajadores tienen su physique du rol, no me dejo llevar por el look fachero, prolijo, y erudito que tiene Baradel, o bien por sus viajes al exterior, o sus selfies con Boudou y Delía, sino por parte de su trabajo para representar a sus queridos docentes. Digo Baradel porque es quien tiene mayor peso en este conflicto. Apoyo el paro y lo entiendo. Soy egresado de instituciones públicas y mis hijos también concurren allí, pero lo que me llama a reflexión es que todos los paros que se llevaron a cabo, siempre fueron por lo mismo. El vil metal. El dinero. Nunca por mejoras edilicias, mejoras en la educación, en la capacitación; mejoras en tener más materiales de trabajo, mejoras en tener un cuerpo docente mejor calificado, que pueda ser evaluado y que en función de esas evaluaciones se tomen las decisiones correspondientes para mejorar día a día.

A lo que me refiero es a que los sindicalistas deben defender a sus docentes, pero elevando la vara. Deben entender que para poder reclamar cada día más, y no solo dinero, hay que elevar el nivel de los docentes, sacando a aquellos que toman licencia sistemáticamente, o que faltan sin avisar, o que no se desempeñan como deberían, que no están motivados para trabajar, o simplemente que carecen de conocimientos. Si no, siempre la sociedad juzgará a todos de igual forma. Es como decir que todos los sindicalistas son malos, pero hay pésimos también. No son todo lo mismo.

La última parte del análisis es el eje del conflicto. Muchachos Pro, sepan entender a quienes reclaman por su salario, ya que si bien ellos no son CEO y millonarios como ustedes, les cuesta llegar a fin de mes con un sueldo de 8.500 pesos. Veo que les cueste comprenderlo, ya que a la escuela pública la vieron únicamente por Google maps, pero, el reclamo es justo. Miren las estadísticas y el último año tuvimos una inflación del 41%, con lo cual, me parece en principio que ofrecerles el 18% en Ahora 12 es una falta de respeto y de sensibilidad social. Podemos discutir si el sueldo que gana un docente se corresponde o no por las horas trabajadas, por las vacaciones o lo que quieran esgrimir desde su óptica empresarial, pero no es lo que quiero analizar, sino que me refiero a la recomposición salarial del sueldo docente, producto de la pérdida del poder adquisitivo por la inflación, que entre otras cosas ustedes generaron también, junto con la herencia de Ella. Me parece justo lo que se reclama y me parece justo que se les aumente el sueldo dignamente. Si estás leyendo ahora, y sos profesional independiente, seguramente pudiste recomponer tus ingresos aumentando tus tarifas; si sos comerciante, seguramente el incremento de costos lo trasladaste en parte a precio y te cubriste de la inflación; y si sos empleado privado, seguro que obtuviste más del aumento que los docentes. Pensalo, no seas egoísta.

La escuela no solo educa a los chicos, sino que también es responsable por la formación, la capacitación, el desarrollo de las relaciones interpersonales, la alimentación en muchos casos, por la confianza y la seguridad que adquieren y tantas otras cosas que los libros no enseñan.

En definitiva, la educación contribuye a lograr sociedades más justas, productivas y equitativas. Es un derecho social que hace más libres a las personas. Les da una opción a los que menos tienen para poder insertarse en la sociedad y poder cambiar su futuro.