Daniel Orsanic se destacó como tenista profesional. Actualmente es el capitán del Equipo argentino de Copa Davis que se coronó campeón en 2016, por primera vez en su historia.
Cuando era chico soñaba con dedicarse a algo que pudiera aprender para desarrollarse como persona. A los 18 años fue cuando decidió que quería jugar al tenis y tomó este deporte como un medio para crecer como ser humano, para conocerse a sí mismo… No todos se arriesgan a jugarse por lo que dicta el corazón, y siempre que se toma este riesgo seguro que todo irá bien. Será un gran aprendizaje para quien se anime a ir detrás de lo que quiere y también para todos los demás…
“De más chico me gustaba mucho el deporte. Hacía de todo. Jugaba al tenis, al fútbol, al básquet. Me veía y sentía en el lugar de los grandes jugadores, que eran exitosos”, recuerda el deportista.
Y lo mejor es que, teniendo tantos logros, aún quedan sueños por cumplir, deja entrever en su comentario: “Si bien hemos conseguido algo histórico para el tenis argentino, a mí lo que más me interesa es transmitir una manera de pensar, una manera de ser y hacer las cosas, que confío ayudan mucho a lograr después resultados deportivos muy buenos. Hay que respetar la manera de desarrollarse que tienen los jugadores, porque ellos van creciendo, y a mí, me gusta sumar la parte humana a todo lo que hago. El buen trato, la buena educación, creo que es un plus para lograr una mejora aún mayor”.
Cuando hablamos de cómo obtener resultados positivos, en el deporte y también en la vida, sostiene que “hay que confiar y trabajar en lo que uno puede, lo que uno controla, sobre todo en el deporte, donde es muy difícil asegurar o garantizar buenos resultados. Creo que hay que hacer las cosas bien, con dedicación, eso garantiza que en algún momento llegue esa buena oportunidad. Yo me enfoco más en lo que cada uno puede hacer; después los resultados vienen, llegan o no… y tampoco depende estrictamente de uno, porque además hay otros que quieren ganar, otros que quieren hacer las cosas bien también. Si trabajamos sobre lo que nosotros podemos y sabemos que controlamos, ya eso nos da una tranquilidad muy grande. Lo importante es que tanto en el deporte como en la vida hay que tener convicción, saber que estamos dejando todo. A partir de ahí se llega a algo grande, más o menos de acuerdo a la habilidad que cada uno tenga, a las decisiones que se vayan tomando, pero es fundamental saber que se está haciendo todo lo posible”.
El deportista sintetiza los principios con que se maneja en la vida: “Ante la duda, no”. Así define su primer hábito saludable. Cuando preguntamos si cuida su dieta, nos dice que se alimenta sano: “Dulce, salado, de todo. No como en excesos sino lo justo. Soy medido. Creo que saber elegir y combinar bien los alimentos también suma, como lo que sea, pero… si dudo en comer o no… elijo no hacerlo. También me gusta mucho tratar bien a la gente, que la otra persona se sienta bien, los buenos vínculos, ya que son fundamentales, en una relación afectiva por supuesto y también en el área laboral. Me parece que hay que tratar bien al otro, sin importar cómo seas tratado, independientemente de cómo estén los demás, el humor, su forma de ser, porque no controlamos como está la otra persona, porque es un estado de ánimo ajeno, pero uno sí controla cómo puede estar. Creo que sociabilizar, tratar bien a la gente, siempre es bueno y vienen cosas lindas. Me gusta mucho el deporte y mi vida gira alrededor de eso, tratar a todos por igual, busco respetar a la gente, no hacer diferencias entre las personas”.