Inteligencia artificial versus inteligencia

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) da siete definiciones del sustantivo común de género femenino “inteligencia”.

Sin embargo hasta hace tan sólo unas pocas décadas se pensaba que la inteligencia era una sola, y se hacía alusión a la capacidad del hombre de entender, comprender y de resolver problemas. En el transcurso de poco más de medio siglo y de los estudios psicosociales, empezaron a leerse en diversas fuentes términos tales como inteligencia emocional, inteligencia lingüística, inteligencia intrapersonal, inteligencia interpersonal –todas ellas con la connotación de ser una capacidad humana. La ciencia informática nos presentó por último la inteligencia artificial. Lo que hace diferente a esta última es que ya no se trata de una facultad del ser humano sino de “la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.

Cuando en 1968 la película de ciencia ficción 2001 Odisea del Espacio dejó azorada a media humanidad, que en el filme se rebelara el ordenador HAL 9000 que co-comandaba la nave fue una gran novedad que nadie podía imaginar todavía como una realidad. No obstante, dijo Stephen Hawking poco antes de su muerte en marzo pasado: “Le tengo más miedo a la inteligencia artificial que a la tercera guerra mundial.” Es que la IA es un sistema de algoritmos que permite a los ordenadores procesar datos en enormes cantidades y velocidades muy superiores a las de la mente humana y, de esta manera, ya pueden imitar y superar las funciones cognitivas del hombre. La IA es el Gran Hermano que imaginó George Orwell en su famosa obra 1984 y que llegó a nuestros hogares para quedarse y puede detectar en cuestión de segundos la persona adecuada para una tarea, la que debe ser removida de su puesto de trabajo, la que miente, la que duda, los pensamientos de los individuos a partir del análisis de sus gestos y actitudes, conducir vehículos privados y públicos. Ya se han desarrollado máquinas pensantes que se entrenan en minutos en habilidades que llevan años a los humanos adquirir, y superarlos en una contienda. La IA ya mueve millones en el hemisferio norte, y va por más.

Otra mirada más optimista nos alienta sobre los usos en biomedicina y en la robótica auxiliar, en la exclusividad humana de la moral y la ética, la apreciación del arte y la belleza y, como declaró Francesca Rossi, profesora universitaria en Padua, Italia y ex investigadora en una empresa informática internacional, “el desafío es conseguir que las máquinas hagan de nosotros mejores seres humanos”.