Juan Ocampo, su fallecimiento

A las 5 de la mañana de este miércoles las redes dieron la triste noticia acerca del fallecimiento de Juan Ocampo, un hombre muy querido en nuestra pequeña comunidad. La infausta noticia conmovió a su círculo más cercano, pero fue evidente que su deceso impactó muy fuerte en el resto, en los no tan allegados, entre los que nos incluimos.

La política, que tantos enconos despierta, en este caso fue el pretexto para descubrir a un ser simple, trabajador y con valores. Lo vimos meterse de lleno y ocupar una banca, desempeñarse como legislador con mucha dedicación y compromiso. Participar de todas las comisiones y tratar de rodearse de asesores, incluso a su costo, de manera tal de no ser sorprendido por un tema que lo superara y del que nada supiera.

Juan Ocampo nunca mezquinó una ayuda de quien la necesitara y se ganó el respeto y la admiración de muchos, entre los que sí nos incluimos.

Deja una profunda huella en su querido Club Pinamar y en el HCD, donde se lo recordó con palabras sentidas. Diabet Pin hoy es una realidad merced a Juan y su férrea voluntad.

Cuando en un diálogo sin mayores formalismos nuestro cronista hablaba de la imagen, era habitual que le dijese: “Juan, la mejor imagen es la que se vislumbra a través de los vidrios de tu negocio. A la hora que uno pase te vemos trabajando, siempre rodeado de tu familia, conformando un verdadero equipo, lo cual no es poca cosa. Ésa es la mejor imagen”.

En este caso uno podría recurrir al enorme tablero de las palabras más edulcoradas, pero no corresponde la complejidad ante un hombre simple para quien el mejor elogio es decir que fue una gran persona que merece un eterno descanso. Así sea.