La Marcha de la Esperanza fue la Marcha de la Misericordia

La tercera vela del Adviento, que se enciende este “domingo de gaudete”, es rosa y su significado es la alegría. En la primera palabra de introito de la misa está el significado de gaudete: regocíjense.

La llegada de la época mesiánica invita a que nadie desespere por su situación, pese a lo difícil que sea, dado que la salvación se ha hecho presente en Cristo Jesús.

El profeta Isaías, en un bello poema, ofrece la bíblica imagen del desierto que florece y del pueblo que canta y salta de júbilo al contemplar la Gloria del Señor. Esta alegría se comunica especialmente al que padece tribulación y está a punto de abandonarse a la desesperanza.

El jueves pasado, como el sábado anterior en Mar del Plata, Pinamar realizó la procesión y misa por la Marcha de la Esperanza. El lema fue “María, ayúdanos a ser testigos de la Misericordia” y era repetido batiendo las palmas y agitando pañuelos al saludar la imagen a su paso.

Delante del contingente de fieles que la portaban estaba la cruz y detrás la carroza con la Virgen de Luján, con las autoridades eclesiásticas ubicadas a continuación, flanqueadas por las banderas argentina y papal.

La celebración no está exenta de reconocimiento a la Misericordia convocante para marchar de la mano de María. Hace un año, había sido inaugurado por el obispo de nuestra diócesis, monseñor Antonio Marino, el Jubileo de la Misericordia, que culminó en noviembre último.

“Este año la Marcha de la Esperanza es la Marcha de la Misericordia”, se dejó sentado el sábado en la procesión marplatense y se repitió en Pinamar desde el día del precepto de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y hasta la misa de cierre de la movilización que se inició en Bunge e Intermédanos y concluyó en la iglesia de Nuestra Señora de la Paz.

El llamamiento a cada uno incluyó el pedido de donación de un alimento para ser distribuido por Cáritas y el aporte de un testimonio de la Misericordia.

Cada uno de nosotros está llamado a dar testimonio de la misericordia y la caminata se cubrió con el ritmo de ese lema.

“María, Madre de la misericordia, venimos hoy a tu casa. Te pedimos que nos ayudes a abrir nuestros corazones. Intercede por nosotros, para que la misericordia que brota del corazón de tu hijo, nos sane y nos consuele y, así, podamos ser sus testigos en el mundo”, se le rezaba al paso.

El oficio de Jesús que recibió la Virgen es sostener a los discípulos, acompañarlos en el camino de la vida y animarlos en la misión.

Se destacó que este año la marcha había tenido el color singular de la santidad, que es el fruto más importante de la misericordia. Por ejemplo, se aludió a la reciente canonización al cura Brochero que hizo el Papa. Y que sus reliquias recorrieron toda la diócesis y peregrinaron el sábado por los barrios y las calles de Mar del Plata.