El comerciante Matías Melia sostuvo que, si bien Pinamar necesita un circuito de bicisendas, no las pondría en el microcentro de la ciudad.
Las bicisendas son una de las marcas registradas de las gestiones de Juntos por el Cambio en la ciudad de Buenos Aires, y el año pasado también llegaron a Pinamar. Su aplicación causó una ola de rechazos de muchos sectores de la sociedad e incluso hubo una junta firmas para retirarlas del microcentro de la ciudad. Para Matías Melia, comerciante pinamarense, “es una buena idea mal aplicada en el sentido del momento y del lugar”.
“Bicisendas sí necesitamos porque mucha gente va a laburar en la bici. Y hay turistas que usan la bicisenda como esparcimiento. Pero no la hubiese hecho en el microcentro. La hubiera trasladado al macro: en lugares turísticos para el que quiera hacer turismo y en la parte de laburo, en calles para que la gente pueda ir a trabajar, como Intermédianos, España o Espora”, opinó.
El proyecto empezó a implementarse el año pasado en plena pandemia con la finalidad de alentar la llegada al centro en bicicleta. Y con la reducción del espacio de estacionamiento –para dar lugar a las ciclovías- también llegó el enojo de decenas de comerciantes que pidieron retirarlas del lugar.
“El término medio es trasladar la bicisenda. En las seis manzanas del microcentro no debería estar. Desde Cangrejo a Bunge está concentrado prácticamente el 80% del movimiento de la ciudad”, aseveró Melia.
“Tenemos un índice de concentración de la ciudad 35% menor que por ejemplo Capital Federal por kilómetro cuadrado. Así que se puede trabajar en otros lugares, y claramente uno puede trasladar las bicisendas a calles como Intermédianos, sin que toquen el microcentro. Para gente que va a trabajar a Ostende o Valeria, puede ir por un montón de lugares sin que entren en el micro de la ciudad, que hace que todos los comercios sean afectados por esta medida”, observó el comerciante.
Desde la gestión de Martín Yeza abordaron esta iniciativa para generar un espacio de circulación sostenible, pero Melía apuntó que “el urbanismo cuando quiere cambiar el modo de vida de la gente deja de ser urbanismo”.
“Las veredas de Víctor Hugo estuvo bien. Lo que no estuvo bien es en cuestiones estéticas, reducir la capacidad de estacionamiento, los bolones que la gente se los choca, los separadores de hormigón que a nivel vista no coinciden con la fisionomía de la ciudad. A veces cuando querés traer una idea de Capital Federal, emplazada en lugares que son disímiles en un montón de cuestiones, terminan siendo muy ajenos a la contextura de la ciudad”, cerró.
Foto: La Nación