La cigüeña

Recuerdo vívidamente el día en que mi madre nos llevó hasta la laguna a mi hermanito y a mí a conocer a las cigueñas.

Tendríamos 3 y 5 años. La primavera había sido muy llovedora en la zona rural donde vivíamos en el centro-este cordobés y en nuestro campo se había formado una lagunita. En ella pararon a descansar unas cigueñas después de dejar un bebé en un campo vecino, nos comentó mi mamá. Super ilusionada manifesté que ojalá nos dejaran un bebé también a nosotros, pero mi madre aseguró que ya no les quedaban más bebés.

Con el tiempo me acostumbré a ver cigueñas en las zonas más húmedas de la Provincia de Buenos Aires, y aprendí que son grandes aves que habitan ambientes acuáticos en áreas rurales de toda Sudamérica, que miden aproximadamente 85cm y tienen una envergadura alar de dos metros. Son más bien solitarias y confiadas. Se movilizan haciendo vuelos cortos a mediana altura aunque a veces vuelan en círculos a gran altura usando las corrientes de aire más caliente. Construyen nidos de 1,20m de diámetro y colocan 3 ó 4 huevos de color blanco que son incubados por ambos padres durante 30 días. Los pichones son alimentados tanto por el macho como por la hembra durante tres meses, momento en que se independizan. Se alimentan con su largo y fuerte pico córneo en base a peces, anfibios, moluscos, crustáceos, pero también de roedores, pequeños mamíferos, insectos acuáticos, serpientes, crías de caimán, tortugas pequeñas, ranas, roedores. ¡Sálvese quien pueda! Y, sumado a esto, consumen también semillas y otros tipos de materiales vegetales.

La teoría científica vigente durante algunos siglos según la cual las cigueñas hacían el delivery de bebés por el mundo entero con su gran pico fue rebatida por modernas evidencias de laboratorio y a campo en las últimas cinco décadas, motivo por el cual, aunque siguen deleitándonos con su majestuoso vuelo y su belleza, estas aves han perdido algo de su popularidad entre los niños pequeños, y no tanto.