Aunque al hombre en general no le simpatiza porque la cree sucia, agresiva, dañina y peligrosa, en realidad la comadreja overa no solamente es muy higiénica, no agrede espontáneamente al ser humano y no es dañina, sino que tiene varias particularidades que la hacen única en Sudamérica.
Un encuentro cercano con dos comadrejitas de unos tres meses de edad durante este fin de semana me llevó a informarme sobre cómo son y cuáles son sus hábitos.
Nuestra comadreja overa es un marsupial, es decir, pertenece al mismo grupo de los canguros y los koalas australianos, que tienen una bolsa con ubres a la cual llegan sus crías al nacer en un estado muy poco desarrollado. Allí cada una se prende a un pezón durante dos meses hasta completar el desarrollo y ser suficientemente fuerte como para trepar al lomo de su madre. Evolutivamente ha cambiado poco en millones de años, por lo que se la considera un fósil viviente. Tiene cuatro manos desnudas con pulgares oponibles (como los primates), lo que la hace muy hábil para trepar y atrapar sus alimentos. La cola fuerte y prensil favorece sus hábitos arborícolas. Tienen cincuenta dientes y son omnívoras, es decir, se adaptan a todo tipo de comida. Aunque en épocas de escasez suelen robar comida al hombre, generalmente encuentran en su ambiente el alimento necesario y parte de su éxito en la supervivencia se debe a la flexibilidad y oportunismo en su dieta. Se alimenta de carne de aves, pequeños mamíferos, sapos, lagartijas, insectos, cucarachas y gusanos. También consume frutas. No es raro que el marsupial se alcoholice ante el consumo de frutos silvestres fermentados. Los huevos de aves también son parte de su dieta. Además, es carroñera. Tiene hábitos sorprendentemente muy higiénicos, se lame repetidas veces las extremidades para limpiarse, y también se lava la cara con ayuda de sus manos. Es un animalito muy confiado, no les teme a las personas y no ataca sino en defensa ante una agresión. Debido a su baja temperatura corporal no es transmisora de rabia aunque sí puede transmitir la leptospirosis, la enfermedad de Chagas y la toxoplasmosis, por lo que no deben tocarse ni tenerse como mascotas.
Por último, y como la vemos en algunas películas animadas, una confirmación graciosa: es cierto que ante situaciones de peligro “se hace la muerta” y entra en un estado inconsciente, con la boca abierta, su corazón aminorado y un líquido de olor desagradable emitiéndose de su cuerpo. Puede quedarse horas en este estado, luego del cual recupera la conciencia y escapa a salvo de la amenaza que ya se ha ido varias horas antes. Este recurso, así como la habilidad para nadar, lo aprende desde temprana edad. Por todas estas particularidades, nuestra comadreja overa sigue adelante sin amenazas y es una especie muy bien adaptada a la supervivencia en su ambiente natural.