La extinción de las especies

Por Amanda Paulos
Bióloga, docente, observadora de fauna silvestre

En los 3.500 millones de años que tiene la vida sobre nuestro planeta, es normal que se extinga de la faz de la tierra un grupo pequeño de familias de especies cada un millón de años. Las causas de este fenómeno pueden ser colisiones con meteoritos de varios kilómetros, erupciones volcánicas masivas, las acciones de nuevas especies, combinaciones entre las ya existentes y otras catástrofes de gran envergadura. Sin embargo, hubo cinco grandes extinciones masivas durante este período de tiempo: la primera hace 440 millones de años; la segunda hace 360 millones de años; en la tercera, llamada la Gran Mortandad, hace 250 millones de años, desapareció el 95% de todas las especies vivientes de ese momento –casi desapareció la vida sobre la faz de la tierra–; la cuarta hace 210 millones de años y, finalmente, la quinta, la más conocida por la desaparición de los dinosaurios, hace 65 millones de años.

Muchos temen que estemos ahora en el epicentro de una sexta extinción, más fuerte incluso que la quinta, provocada por la más agresiva de las catástrofes: el abuso de la naturaleza por los seres humanos. En el último siglo el hombre fue desarrollando actividades que provocaron la desaparición de numerosos animales y plantas: desidia, mascotismo, contaminación, matanzas, caza ilegal y tráfico. En el mejor de los casos, fueron al menos desplazados de sus lugares de origen, pero el resultado es que en todo el mundo se perdió el 60% de los animales silvestres en los últimos 50 años y el 12% de las especies vegetales están amenazadas. Los científicos manifiestan que la pérdida de especies en la actualidad es mayor que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. En nuestro país, por nombrar tan sólo algunas, podemos mencionar al ciervo de los pantanos, del Delta del Paraná, el Huemul, en la Patagonia, el guacamayo rojo, en los Esteros del Iberá, el puma, en grandes regiones, el yaguareté, desplazado de nuestras selvas.

Afortunadamente, el hombre parece estar despertando de su modorra ambiental y generando programas y estrategias de reinserción o protección para contrarrestar el largo período de destrucción que se vivió durante el último siglo: reinserción, recuperación, prevención, perseverancia e imposición son la clave para la conservación de las especies y sus ecosistemas.