La fatalidad empañó el fin de semana

Mucha gente concurrió al espacio de Bunge e Intermédanos, aprovechando el buen tiempo y deseosa de votar por la mejor medialuna. Lamentablemente, el deceso de un conocido vecino, por atragantamiento, en momentos en que participaba de un concurso, le puso luto a la tarde del domingo, que prometía convertirse en inolvidable pero por otros motivos.

El fin de semana pasado tuvo lugar la primera edición de la Fiesta de la Medialuna, un evento pinamarense pensado para enriquecer la magra programación de la baja temporada y constituirse en una atracción de alta convocatoria.

Sus organizadores le pusieron el cuerpo al desafío logrando que a la fiesta concurriera una gran cantidad de público.

Según el cronograma previsto, las actividades incluían números musicales, stands de cada panadería y/o confitería que quisiera estar presente, la elección de la mejor medialuna, que obtendría la Medialuna de Oro, y un concurso donde sería premiada aquella persona que comiera mayor cantidad de medialunas en la brevedad de un minuto.

Pero lo que parecía el presagio de un final feliz no fue así y, mientras se hacía el recuento de los votos que darían el nombre de la medialuna ganadora, ocurrió lo imprevisto: en el concurso, un participante se atragantó al ingerir su segunda medialuna y se desplomó ante la mirada atónita de la gente, en este caso, de los vecinos, ya que se trataba de Mario Melo, un reconocido ex boxeador, muy querido en la comunidad local. Según el director del hospital, el hombre hizo un paro cardiorrespiratorio en el escenario, sin que pudiera salir de ese estado en ningún momento.

Luego de que la noticia tomara estado público se tejió un sinnúmero de versiones y apreciaciones, cuyo grado de insensatez se vio reflejado al amparo de esa pantalla que significan las redes sociales para quienes ven en éstas una herramienta para hacer público su resentimiento. Entre esas expresiones, es bueno decirlo, hubo muestras de dolor y congoja por el infausto suceso.

A tres días del hecho, Matías Roa, uno de los organizadores, accedió a una entrevista donde, visiblemente conmocionado, dio cuenta de las ulterioridades de la fiesta, detalles referidos al tema. Es justo decir que en la media hora que nos llevó hacer la nota, entraron personas al local de Roa que manifestaron su apoyo ante la situación vivida.

–¿Esto tuvo alguna derivación, más allá de lo anímico, de lo humano, algún tipo de reclamo?
–La verdad es que la gente que se nos ha acercado ha mostrado esa buena onda de decirnos que se quiso hacer algo bien y que parte de leer las buenas intenciones que nos llevaron a organizar la fiesta.

–La situación llevó a que se publicaran en las redes una serie de opiniones negativas, ¿hicieron algún tipo de análisis al respecto?
–Sí y no me voy a detener en eso. Trato de no leer eso, ya que hace daño, cuando yo sé las intenciones que teníamos los cinco o seis que nos estábamos ocupando de la fiesta. Sé que las intenciones de Giselle Acosta siempre fueron buenas, que las de Mauricio Cañadas fueron las de poner todo a cambio de felicidad, así como las de Cristian Melo, Sebastián Damiani, las de Silvia Tolosa…

–¿Cuando se formalizaba un stand y se firmaba el contrato con un expositor, quiénes figuraban? ¿Una sociedad anónima, un grupo de amigos…?
–El origen de esta idea nace en este local, mi comercio, y fue producto de una noche de insomnio donde me desvelé pensando que Pinamar no tenía una fiesta, como las demás ciudades que sí la tenían, y es ahí donde se me ocurre la medialuna como vínculo. Cristian Melo, sobrino de Mario, que trabaja conmigo y a quien le cuento la idea, comienza a diseñar el logo desde su formación de diseñador gráfico y empezamos a hacer una página web y a darle manija. Como es habitual, lo comparto con mis amigos, Sebastián y Giselle, y se lo cuento a Mauricio, que tiene mucha experiencia en organizar eventos; el despliegue que hizo el fin de semana fue fabuloso. Luego se sumó Silvia. Más los chicos de la pizzería Il Búho. Conformamos entre todos un grupo que sabía lo que estaba haciendo.

–¿Notás que haya alguien que tenga alguna apetencia por una situación emergente del hecho?
–¿Te referís a lo legal?... No, el día del hecho, el domingo a la noche, simplemente se hizo presente la policía. No declaramos, ni mucho menos, porque no estamos imputados, y la fiscal determinó la realización de la autopsia para determinar la causa. Tenemos una relación con dos de los hermanos de Mario, además de Cristina, dentro de la mejor conversación posible; con algunos otros no. Igualmente, estamos a disposición para lo que sea. Como viste estas muestras de solidaridad de recién, podrás apreciar que no está en tela de juicio la intencionalidad. Acá no hay una sociedad anónima detrás de todo esto; somos un grupo de amigos donde cada uno colaboraba en lo que podía y era necesario. Fue una suma de voluntades.

–¿Se cuestionó un tanto la característica del entretenimiento?
–Es importante destacar que el concurso ya se venía anticipando y de hecho se había realizado el sábado con 8 participantes de manera totalmente normal. Todo el mundo lo tomó como una diversión; en ningún momento nadie alertó que podía llegar a pasar algo. En el momento previo al hecho, ninguno de su entorno vio que pudiera ocurrir algo peligroso, porque hubiera intervenido.

–¿Qué te gustaría que le comunicáramos a la gente?
–Lo que pasó… porque estábamos plagados de buenas intenciones.