La historia del turismo en Argentina (2)

LA ARGENTINA DESPUÉS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
La crisis económica mundial iniciada en 1929 alcanza a nuestro país afectando a todas las clases sociales, fundamentalmente a los más pobres. En 1943 se produce un levantamiento militar y en 1946 gana las elecciones el General Perón. Su objetivo fue elevar el nivel de vida de los sectores más carenciados y se fomentó el turismo a través de los sindicatos de trabajadores. Repentinamente las penurias de la gran crisis quedaron atrás y los argentinos entraron en la era del consumo. La antigua elite es atacada frontalmente y pierde su poder económico y su influencia. El nuevo orden económico permite el acceso al turismo de todos los estratos sociales. Mar del Plata se democratiza. Es en este periodo donde comienza el auge del turismo social con la construcción de las unidades turísticas de Chapadmalal (Mar del Plata) y de Embalse Río Tercero (Córdoba) por parte del gobierno nacional. Es un tipo de turismo subvencionado por el Estado destinado a las clases pasivas o a los sectores laborales de bajos recursos, que se difundió con el recordado slogan “Usted se paga el viaje, el gobierno el hospedaje”.

La oferta de hoteles sindicales aparece a partir de 1945 producto de un nuevo régimen legal que reconocía a las asociaciones de trabajadores y les concedía el derecho a establecer colonias de vacaciones y servicios sociales que permitieran elevar la cultura y mejorar el nivel moral y material del gremio. Mar del Plata debe la pérdida de su carácter elitista original a la masiva concurrencia de trabajadores en los muchos hoteles sindicales que se construyeron en la ciudad. Otros dos balnearios se popularizan para las clases media y trabajadora: Miramar y Necochea.

Mientras esto sucedía en el sur de la costa bonaerense, más al norte, surgen nuevos proyectos de balnearios orientados a sectores económicos de mayor poder adquisitivo. El arquitecto Bunge aspira a formalizar sus ideas de “ciudad jardín” frente al mar, fundando la ciudad de Pinamar.

LA DÉCADA DEL SESENTA
Al iniciarse esta década la Argentina ya se diferencia del resto de los países de América Latina por la elevada participación de sus habitantes en los desplazamientos turísticos internos.

Llevados por el ascenso socioeconómico de gran parte de la población los argentinos comenzaron a imitar la forma de vida de los países industrializados y el turismo pasó a formar parte de las pautas de consumo de la vida nacional. Surge el turismo de “blue jeans”, jóvenes que veranean solos. Aparece una nueva modalidad, “el mochilero”, estudiantes que recorren el país “a dedo” durante las vacaciones, pernoctando en carpa o bajo las estrellas. Esta modalidad desaparece en la década siguiente por las condiciones políticas imperantes.

Se incrementan las salidas al exterior, principalmente a Uruguay. La alta sociedad porteña, desplazada de Mar del Plata por la invasión de turismo masivo, se refugió en Punta del Este. En 1963, 600.000 argentinos viajaron al exterior (400.000 a Uruguay) mientras que las llegadas por turismo internacional fueron solamente de 243.500. Al analizar las causas del poco interés de los países por visitar la Argentina encontramos restricciones de tipo administrativo: formalidades aduaneras muy engorrosas, falta de promoción en el exterior, así como de equipamiento acorde con los gustos del turismo internacional, entre otras.

Los centros turísticos más importantes eran Buenos Aires, Costa Atlántica, Bariloche y, en segundo lugar, Córdoba (sierras) y Santiago del Estero (termas). Asimismo comenzó a desarrollarse el turismo itinerante debido al incremento del parque automotor (870.000 en 1961) y al mejoramiento de la red vial. Cabe destacar la tarea realizada por el Touring Club y el Automóvil Club Argentino que instaló, en los lugares más apartados, estaciones de servicio, campamentos y hosterías, además de brindar el más completo material cartográfico y guías turísticas.

Los deportes invernales tuvieron su origen en Bariloche con la creación del Club Andino. Por esa época se la quería transformar en un centro similar a Saint Moritz (Suiza). Hasta fines del 60 el esquí era un deporte reservado exclusivamente para personas de altos ingresos y por sus elevados costos se transformó en un indicador de prestigio social.

En esta década comienzan también los viajes turísticos a la Antártida tanto a cargo de la Dirección de Turismo Nacional y empresas locales, como con la intervención de líneas de cruceros internacionales. Debido a estas acciones de turismo masivo se alzaran voces de expertos en temas antárticos con serias advertencias sobre la amenaza que esto significaba para la ecología antártica y la vida salvaje polar. Todo termina con la suspensión de los viajes.

Continuará…