La historia del turismo en Argentina (4)

LAS DÉCADAS DEL OCHENTA Y NOVENTA
Para 1982 la demanda turística argentina se concentra en un 77% en la costa atlántica bonaerense, ciudad de Buenos Aires y sierras cordobesas. La estacionalidad es muy marcada y los viajes se realizan, mayoritariamente, durante el receso laboral y escolar de verano.

Aparecen nuevas modalidades de alojamiento como resultado del esfuerzo constante para disminuir los costos fijos o compartirlos. Tal es el caso del apart-hotel, que son grandes hoteles cuya unidad mínima de hospedaje es el departamento completo. Otro de los sistemas modernos es el de Tiempo Compartido, se compra un periodo de tiempo fijo y se tiene derecho a ceder, vender o intercambiar igual periodo en otros centros, ya sea en el país o en el extranjero.

En materia de protección de la naturaleza bajo el régimen de parques nacionales nuestro país fue pionero, adhiriendo a esta idea en 1903. Sin embargo los argentinos muestran una muy marcada preferencia por las playas y sierras al elegir sus vacaciones. Durante 1982 sólo dos parques nacionales (de la veintena de ellos) recibieron una afluencia turística que superó las cien mil visitas: Nahuel Huapi (260.000) e Iguazú (234.000).

En la década del noventa, durante el gobierno de Menem, se estimularon las inversiones de las grandes cadenas internacionales de hotelería de lujo, como Caesar Park, Hyatt, Sheraton, así como de grupos económicos atraídos por la creación de complejos comerciales en Puerto Madero, Galerías Pacífico y Patio Bullrich, que modificaron los consumos del tiempo libre de gran parte de la población. En contraposición al lujo de los servicios cinco estrellas aparecen alojamientos alternativos, como hostels, bed and breakfast, hoteles boutique, cabañas, hosterías, orientados a una demanda que busca más contacto con la cultura y la naturaleza.

La llegada de turistas internacionales con capacidad de gasto y motivados por conocer lugares fuera del circuito comercial establecido impulsó la expansión del turismo rural en estancias argentinas, especialmente aquellas con valor histórico y otras que ofrecían pasar un día en contacto con la cultura gauchesca, actividades y gastronomía local. Asimismo surgieron nuevas modalidades de turismo que favorecieron el desarrollo turístico en municipios que no lo habían tenido en cuenta como actividad económica. El turismo de naturaleza apareció como una alternativa al turismo convencional de sol y playa o de ciudades. Las actividades en la naturaleza, como trekking, rafting, safaris fotográficos, mountain bike alcanzaron un gran protagonismo entre los jóvenes y grupos familiares.

En la provincia de Entre Ríos, la ciudad de Federación fue la primera que creó un Parque Termal con un enfoque curativo-recreativo, incorporando a un sector de la demanda que no necesariamente adolece de algún mal, y que se anima a disfrutar de las aguas calientes en un entorno paisajístico ajardinado.

Para esta misma época el sur argentino lanza su propuesta de turismo termal y de nieve. El turismo invernal se ve reforzado con la inauguración del Complejo del Valle de las Leñas en Mendoza, que presenta dos características diferenciales de los demás centros de esquí: cuenta con pistas ubicadas en la puerta de salida de los lugares de alojamiento y las obras son de carácter privado. En Neuquén se realizó el plan de desarrollo de Copahue-Caviahue conformando una oferta de salud con un servicio termal y de aventura con actividades de esquí. Tierra del Fuego se suma con los canales fueguinos, deportes invernales y el tren turístico del fin del mundo.

En la zona pampeana, el corredor de playas bonaerense se vio favorecido por el afianzamiento de algunos destinos que propiciaban una nueva cultura del ocio, los llamados slow city, villas alejadas del ruido y con una alta valoración del paisaje agreste y del cuidado del ambiente, como Mar de las Pampas en Villa Gesell, y Cariló, en el municipio de Pinamar, que logra un reconocimiento legal como paisaje protegido.

EL TURISMO EN EL SIGLO XXI
Los grandes cambios que plantea el siglo XXI sin duda afectarán al turismo. El crecimiento de la demanda turística mundial y el desarrollo de infraestructuras y equipamientos implican una fuerte presión sobre los espacios turísticos y sobre el ambiente. Argentina se ha sumado a la nueva corriente de desarrollo sustentable que plantea la satisfacción de las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la satisfacción de esas necesidades en las generaciones futuras. En este marco, el turismo pasa a ser una política de Estado con la aprobación de la Ley 25997/05, que declara al turismo como una actividad socioeconómica de vital importancia para el país. A estas decisiones se le suman la jerarquización del organismo nacional elevado a Ministerio de Turismo conjuntamente con la aprobación del Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable.

Con sus aciertos y errores el turismo en Argentina ha ingresado al nuevo siglo por la puerta grande del desafío de hacer de la actividad una propuesta superadora del modelo de desarrollo industrial del siglo pasado, que evolucione hacia un paradigma con nueva distribución de roles en la gestión turística, que implique al gobierno, a las empresas y a las comunidades locales, y que aún está en proceso de formación.